Dia 10; Con orejas de animales.

6.3K 652 232
                                    

Kushina había sido amiga de Mikoto desde que llegó a la academia de la aldea oculta entre las hojas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kushina había sido amiga de Mikoto desde que llegó a la academia de la aldea oculta entre las hojas.

Ellas habían formado una bonita amistad.

La azabache siempre había admirado la arrolladora personalidad de la Uzumaki, y ellas había congeniado realmente bien.

Mikoto siempre había sido una niña tímida, hasta que conoció a Kushina, la peliroja la había arrastrado a situaciones que estaban fuera de su zona de confort.

Ella aún recuerda cómo Kushina la había arrastrado a confesarle sus sentimientos a Fugaku, la peliroja decía firmemente que sus sentimientos eran correspondidos, pero que el niño era un tonto, y nunca lo diría primero.

Su paso por la academia había sido muy divertido, gracias a la Uzumaki.

Ellas habían crecido, y Kushina se había casado con el niño más prodigioso de su generación, él que hoy en día era el cuarto hokage, y héroe de su aldea.

Mikoto se había casado con Fugaku, al final Kushina había tenido razón, el Uchiha la correspondía.

La Uchiha había sido la primera en dar a luz, el pequeño Itachi había llegado a su vida, y fue bien recibido, Kushina estuvo todo el tiempo para ayudarla con su trabajo de madre primeriza.

Luego Mikoto volvió a estar embarazada, esta vez del pequeño Sasuke. Cuando tenía tres meses de embarazo, Kushina también recibió la noticia de que su primogénito venía en camino.

Ellas habían estado felices desde el primer momento, sus hijos serían contemporáneos, lo que significaba que podrían formar una gran amistad como la de ellas, incluso como la de sus padres, Minato y Fugaku también eran grandes amigos.

Kushina también la había visitado mucho tras el nacimiento del pequeño Sasuke, repitiendo muchas veces lo hermoso que era el pequeño Uchiha.

El parto de la Uzumaki había desatado una gran tragedia, que quedaría para siempre en la historia de Konohagakure.

Minato la había protegido, él había hecho todo lo posible para que su esposa estuviera bien durante aquel terrible suceso, dispuesto a dar su vida para proteger a su aldea, y a su familia.

Él lo había logrado, había sellado la mitad del Kyubi en Kushina, y la otra en el pequeño Naruto.

Minato siempre sería un héroe, un esposo perfecto, y un gran padre.

Mikoto estaba aliviada de que su mejor amiga contara con un hombre tan completo a su lado, y recordaba divertida cuando Kushina decía que Minato era un flacucho afeminado.

Ellas habían seguido su amistad, lo que dio origen a la amistad entre el pequeño Sasuke, y el inquieto Naruto.

Los niños ya tenían cuatro años.

—¿Como has estado, Sasuke-Kun?— Kushina acariciaba la mejilla del Uchiha.

—Muy bien, Kushina-san— respondió, para luego soltarse de la mujer, e irse a saludar a Naruto, el cual venía en brazos de su padre.

Sus hijos eran demasiado unidos, incluso era divertido ver las ocurrencias de los pequeños.

Ellas deseaban que siguieran así, durante mucho tiempo.

—Mamá, llevaré a Naruto a jugar a mi habitación— informó el pequeño Uchiha.

Había arrastrado a Naruto escalera arriba, hasta su habitación.

Sasuke estaba ansioso por mostrarle a Naruto algo que Itachi le había regalado.

—Deben estar por aquí...—

Sasuke revisaba en su baúl de juguetes.

Él finalmente las encontró.

Sonrió, mostrándole orgullo a Naruto un par de orejas de gato.

Los ojos de Naruto mostraban confusión.

—¿Para que son, Sasuke?—

Sasuke se encogió de hombros.

—Mi Nii-San las trajo de una misión— explicó —Pensé que te quedarían bien, así que le pregunté si podía quedarmelas— se sonrojó —Y él dijo que si—

Naruto lo miraba emocionado.

—¿Puedo usar una?— preguntó tímidamente.

Sasuke asintió emocionado.

—Esta es para ti.— mostró una de las orejitas.

Para luego colocarla sobre la rubia cabellera del pequeño Naruto.

—¿Que tal me veo?— preguntó.

Sasuke se sonrojó.

—Te ves muy lindo— admitió.

Naruto también le puso las suyas a Sasuke.

—Tú también—

Ellos habian estado todo el día con sus orejitas puestas.

Habían jugado demasiado ese dia, hasta el punto de quedarse dormidos a la mitad de la tarde.

—¿De donde sacaron esas orejas?— se preguntaba Kushina enternecida, mientras ambas madres miraban a sus pequeños dormidos.

—Yo se las regalé a Sasuke—explicó Itachi, venía llegando de su entrenamiento.— Las usé en una misión, él realmente las quería, así que se las di—

Mikoto asintió.

—Ya veo para que las quería— Rió

Ambos tomaron a sus hijos en brazo.

Ya era hora de que la familia Namikaze-Uzumaki volviera a casa.

El pequeño Naruto descansaba en los brazos de su padre, aún con su orejitas puestas.

Ellos las habían conservado por mucho tiempo, usándolas en cada una de sus tardes de juegos.

| 30 DIAS |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora