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Sasuke recordaba claramente cuando conoció a Naruto, quien diría que aquel niño se convertiría en alguien tan importante en su vida.
Naruto había llegado para ser la luz que lo sacara de la oscuridad. Por increíble que pareciera, aquel rubio ruidoso le había dado un motivo para seguir. Él ahora tenía algo que perder, ya no estaba solo.
El odio, la ira y la venganza se habían quedado en el olvido. Él definitivamente ya no era ese niñito que quería matar a su hermano mayor.
Él había cambiado, Naruto lo había cambiado.
Ahora tenía una familia, conformada principalmente por Naruto.
Aquella mañana se había despertado más temprano que de costumbre. Sin dudarlo se dirigió hacia el tejado más cercano a la entrada de la aldea.
Tenia la esperanza de que Naruto regresara esa mañana, y quería ser el primero en recibirlo. Había estado dos años por fuera de la aleda, todo para mejorar su entrenamiento de la mano de Jiraiya.
De hecho, los tres estaban mejorando de la mano de uno de los sannin.
Naruto con Jiraiya por fuera de la aldea, Sakura era entrenada por Tsunade, y él estaba con Orochimaru.
17 años habían pasado desde que el zorro de las nueve colas había atacado Konohagakure.
Lo que significaba que su rubio estaba cumpliendo años ese día.
Sasuke nunca se había olvidado de su pequeña tradición.
Naruto había sido un amante a los helados, exactamente desde los cinco años.
Recuerda claramente el día que le compró un helado a Naruto, el primero que el pequeño rubio probaba en su vida. Desde aquel día, comer helado juntos se había convertido en una tradición.
Sobre todo cuando Naruto estaba triste.
Sasuke sabía que Naruto estaría triste aquel día, después de todo el rubio nunca había sentido agrado por el día de su cumpleaños.
Aquel día habían muerto sus padres, y como si eso no fuera poco, la aldea lo seguía culpando por la muerte del cuarto hokage.
A Sasuke le importaba muy poco la vida del cuarto hokage, o lo que pensara la aldea de Naruto. Su pequeño rubio no tenía la culpa de nada sobre el ataque del kyubi.
Él sólo había sido una víctima, porque al tan alabado yondiame, se le había ocurrido la maravillosa idea de sellar aquel zorro dentro de Naruto.
Había visto llorar a Naruto cada cumpleaños que habían pasado juntos.
Por eso sabía que lo único que necesitaba su rubio era un helado, y todo estaría bien.
Como la vez que se lastimó sus rodillas tras una caída, Sasuke le había comprado un helado. Tenían cinco años.
También cuando había cumplido los seis, y los niños de la academia lo llamaban demonio, el helado ese día fue de chocolate.
Cuando tenían siete, Naruto se había puesto triste porque Sasuke le había contado todo lo sucedido con su clan, aquella vez había sido una paleta de agua.
O cuando Naruto creía que Sasuke se iría de la aldea para enfrentar a Itachi, y había llorado de pensar que el Uchiha mayor podía matar a su amigo, ese día había sido un helado de vainilla.
Sasuke atesoraba cada uno de esos recuerdos, él realmente quería volver a comprarle helados a Naruto. Lo extrañaba desde que habia decidido irse con Jiraiya.
Había pasado el suficiente tiempo como para deducir que Naruto tampoco regresaría ese día.
Así que se puso de pie, probablemente Orochimaru lo estaría esperando para el entrenamiento de hoy.
—¿Te gustaría comer helado conmigo?—
Esa voz parecía una ilusión, pero se había escuchado fuerte y clara, justo a las espaldas del Uchiha.
Cuando se giró, realmente él estaba ahí.
Naruto había regresado.
Y tenía dos conos de helado en sus manos.
Sasuke no pudo evitarlo, simplemente lo abrazó.
—Te extrañé.—
—Y yo a ti—
El abrazo habían sido más reconfortante de lo que se hubieran imaginado.
—¿Esto es para mi?— preguntó señalando uno de los helados.
—Realmente necesitaba hacerlo— dijo tendiéndole el helado.
