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Sasuke había estado esperando casi toda su vida algo que lo hiciera feliz, algo que lo hiciera volver a la vida. Él ahora tenía un hogar.
Se había ido de la aldea escondida entre las hojas cuando era un niño, el cual no sabía nada de la vida, y simplemente se dejaba motivar por un deseo de venganza.
Él lo había salvado, había llegado para iluminar el camino correcto, Sasuke no pudo decir que no, él nunca podría negarle algo a Naruto.
Nisiquiera había pasado seis meses con Orochimaru, cuando ya Naruto lo había traído de regreso a la aldea. Sasuke sabía que lo podían considerar un traidor, pero las quinta hokage se negó, dijo que lo hacía por Naruto.
La Senju quería mucho al rubio, casi como si fuera realmente su nieto.
Tiempo después lo había integrado nuevamente como ninja de Konoha, y volvió a portar su banda con orgullo.
Asegurando que protegería a Konoha, así tuviera que dar su vida en el proceso. Él no lo haría por la voluntad de fuego, él sólo quería proteger el hogar de Naruto, después de todo, Konoha era el único lugar donde existía su rayo de sol.
Se le había declarado a Naruto, casi un año después de regresar a Konoha. Él sinceramente no lo pensó demasiado, solo lo hizo.
Solo le dijo todo lo que sentía por él, y como se había convertido en la persona más importante de su vida, aquella que protegería con su vida.
Naruto lo había golpeado, diciéndole que era un idota. El rubio creía que era una broma de mal gusto, porque Sasuke nunca había dicho cosas tan lindas, según él.
El Uchiha lo besó, ellos se hicieron novios inmediatamente.
Tenían dos años de estar saliendo, y ellos eran felices.
Se habían mudado juntos, y esa era la parte favorita de Sasuke. Él podía despertar todos los días con Naruto entre sus brazos. Eso lo hacía sentirse afortunado.
Habían hecho del solitario apartamento del Uchiha, un hogar. Uno al cual siempre podrían volver.
Sasuke era consciente de que aquel lugar nunca se había sentido tan cálido, nunca.
Cuando los rayos de sol iluminaba Konoha, y el reloj marcaba las siete de la mañana, el Uchiha era despertado por unos suaves labios sobre su mejilla. Era la manera que tenía Naruto para decirle que tenía que despertar.
Cuando el rubio lograba despertarlo, se dirigían a preparar el desayuno juntos.
Era una de sus actividades favoritas en el día, siempre los ponía de buen humor.
Mientras que Naruto se concentraba en la preparación del desayuno, Sasuke no dudaba en abrazarlo por la espalda, dejando suaves besos sobre el cuello ajeno.
Luego de tomar la primera comida del día, ellos solían ducharse juntos. Siempre era petición del Uchiha. Naruto debía negarse cuando estábamos sobre el tiempo, porque siempre terminaban haciendo más que ducharse.
Ellos después se vestían juntos. Sasuke usaba su uniforme de ANBU, y Naruto su típica ropa naranja. El rubio ya tenía su chaleco verde, pero no solía usarlo, sentía que no le quedaba bien.
En su opinión, solo a Shikamaru le quedaba bien.
—¿Vendrás temprano hoy?— fuera de la entrada de su hogar, ambos se despedían.
—Si, iremos a cenar en Ichiraku hoy, sol.— prometió
Los ojos azules se iluminaron.
—¿De verdad?—
—Si— asintió
Naruto abrazó a su novio, apoyando su cabeza en el pecho ajeno.
—Ten un buen día, lindo— dejó un pequeño beso sobre los cabellos rubios.
—Tu igual— dijo para luego darle un beso en los labios.
Ellos siempre hacían la misma rutina, cada día desde hace dos años.
Pero estaba lejos de ser aburridor, o monótono. Ellos eran felices de esa manera.
Algunas cosas nunca cambian, o así lo sentían ellos.
Sasuke siempre estaría feliz de ser despertado por los besos de su novio.
Naruto siempre estaría feliz de preparar el desayuno, mientras Sasuke lo abrazaba.
