Capítulo 5

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El sábado había llegado, Adrien nunca había agradecido tanto a la amargada señorita Mendeleiev por haberle puesto de pareja con su azabache.

Esa mañana se había levantado con un ánimo renovado, estaba dispuesto y decidido a reconquistar el amor de su querida princesa, no importaba el tiempo que le llevase, estaba seguro que no había sentido nunca nada antes como eso, ni siquiera por la heroína moteada.

Vistió un pantalón color negro y una camisa manga larga blanca, despeinó un poco su cabello y con unos converse negros salió junto a gorila a la panadería más codiciada de toda París.

— ¡Adrien, querido! Es un placer tenerte por acá, Marinette nos aviso que tienen que trabajar en un proyecto, sube a su habitación, te debe de estar esperando, pronto subiré a dejarles su merienda —saludo la mujer con rasgos asiáticos.

— Muchas gracias, señora Dupain, es un gusto saludarles.

Adrien subió las escaleras llegando al pequeño y acogedor departamento hasta llegar a la conocida trampilla que comentaba con la habitación rosa.

— Mari, ¿puedo pasar? —preguntó el rubio asomando la cabeza por la trampilla viendo embobando a la azabache.

Marinette vestía una falda verde que llegaba hasta sus rodillas que ella misma había diseñado y una blusa de tirantes negra con su larga cabellera decidida en una media cola, se sonrojó al ver que esos colores le recordaban a su alter ego; se veía preciosa.

Adrien sonrío y saludo a su compañera con un beso en su mejilla sorprendiéndola. No se podía decir que era fácil concentrarse teniendo a su hermosa princesa a su lado, mientras ella había parecido haber madurado el hecho de tener a Adrien cerca él parecía nervioso y de todos los colores por las mariposas que sentía cada vez que la ojiazul sonreía.

La tarde había marchado de maravilla, sobretodo porque había podido acordar otra cita para estudiar química el día de mañana, ¿podía llamarse cita? Sin embargo cuando el rubio fijó su vista en la pizarra de corcho donde su amada había llenado en un pasado fotos de él siendo ahora rodeada de sus diseños y unas cuántas fotos de sus amigos le cayó el alma a los pies, su princesa había desaparecido todas las fotos del modelo dejando una sola donde también se encontraban Alya y Nino, soltó un suspiro triste.

— Oye, Marinette..., esto —el chico respiro profundamente, sus manos empezaban a sudar mientras rascaba su nuca con nerviosísimo—. ¿T-te gustaría ir por un helado conmigo?

El corazón de Marinette empezó a acelerarse mientras asentía, recogió una carterita negra donde habían unas galletas, en un descuido del rubio Tikki se metió en su bolso para empezar a salir del edificio.

— ¡Suerte en su cita, chicos! —gritó Tom desde la panadería, haciendo sonrojar ambos jóvenes. Adrien sonrío bobamente mientras que la chica le dedicó una sonrisa de disculpas.

— Lo siento, Adrien, mis papás tienen la mala costumbre de shipearme con todos mis amigos —se disculpo encogiéndose de hombros causando un dolor el pecho del rubio. Vale, lo merecía por todas las veces que le había llamado así, el karma sí que era una perra.

— No te preocupes, Mari, igualmente no me molesta la idea, ¿recuerdas cuando todo París creyó que éramos novios? Nos llamaban Adrinette —respondió el rubio en tono coqueto guiñándole el ojo, la chica lo miro sorprendida.

— Sí, espero que no hayas tenido problemas con Kagami por mi culpa.

Adrien hizo una mueca, no podía esperarlo más, debía de confesar lo que sentía y pensaba o su corazón iba a salir de su pecho, no creía que podría soportarlo. Tomo las manos de la azabache y la detuvo justo en el puente que conectaba con río Sena haciendo que la chica lo mirara confundida y preocupada.

— Escucha, Marinette, necesito que me prestes atención y no me interrumpas—hablo Adrien con el semblante totalmente serio—. He sido un completo tonto, tanto que no tengo justificación pero me gustaría que pudieras entender que nunca antes había convivido con otras personas que no fueran mis padres y los del servicio, no sé mucho de relaciones ni de sentimientos, Marinette. Cuando te conocí sentí un dolor que no sabía cómo describir al pensar que no te agradaba, sin embargo cuando decidiste darme una oportunidad sentí que haría cualquier cosa para no volver a perderte por lo que te cuide de la forma en la que sabia que nunca te fallaría, como un amigo. Kagami es una buena chica y puede que haya confundido los sentimientos pero nunca pude sentir algo más que una simple amistad, siento mucho haberla lastimado pero ella y yo no tenemos nada, Mari. Espero que no sea demasiado tarde pero finalmente he entendido que no eres solo una amiga, siempre he sentido algo más que eso por ti.

— A-adrien..., yo...., no sé —la chica sentía que sus piernas empezaban a temblar, no sabía si lo que estaba escuchando realmente estaba sucediendo pero su corazón latía descocadamente.

— No digas nada, Mari. Lo único que quiero decir es que te amo —el rubio le dedico una honesta sonrisa a la tierna azabache sonrojada—. Entiendo que no me correspondas, no lo merezco pero eso no significa que no lucharé por tu amor, voy a conquistarte Marinette y te voy a demostrar que puedo ser el chico de tu vida.

Adrien alzo la mano de Marinette sin perder contacto visual y beso cada una de las manos femeninas susurrando en cada beso un sincero y seguro: "te amo".

Je t'aime [Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora