Capítulo 11

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— ¡Tikki, motas!

Estaba bastante seguro que su corazón se había detenido, se encontraba totalmente pálido y helado ante la impresión, la luz rojiza lo cegó por un momento mientras Marinette había empezado a ser cubierta por un traje moteado, sin embargo, ahora estaba, Ladybug.

» ¿Marinette y Ladybug son la misma persona? Todo este tiempo estuve enamorado de la misma chica..., ¿en realidad soy tan estúpido? Debería de golpearme hasta que mi cerebro deje de convertir en el idiota del siglo.

— Bueno, ahora ya lo sabes —comento Plagg con descuido, le fulmine con la mirada.

— ¿Tú lo sabías?

— Pues claro, es bastante obvio chico, ambas usan coletas, ojos azules, dime solo una vez que las hayas visto en el mismo lugar, no creo que encuentres; eres el portador más ciego que he conocido —«maldición, tiene razón» pensó el rubio ante las palabras de su kwami—. Por ese tipo de razones es que hacen tanto chistes acerca de la poca inteligencia de los rubios, tranquilo niño, ya no dire nada, suficiente con que hayas rechazado a la chica que amas por ella misma, lo peor es que le pediste consejos por otra que ni siquiera te gusta.

El modelo se sintió desfallecer, por un momento dejó de respirar y llevo una mano sobre su boca.

— Mierda, Plagg, me va odiar, soy un idiota.

— No te puedo contradecir, lo eres pero ahora es un momento para dejar de serlo, la chica está peleando sola, deberías de ayudarla.

» Aunque me cueste admitirlo últimamente Plagg tiene su pequeña boca llena de razón más que de Camembert.

— ¡Plagg, las garras!

—————🐞—————

La catarina yacía con sus manos en la cintura observando a su compañero de batallas.

— ¿Se puede saber qué te sucede, Chaton? Estuviste totalmente distraído. Te pudieron haber lastimado terriblemente y..., y yo no hubiera podido hacer nada para defenderte —no podía evitar preocuparse por su compañero, no después de haber descubierto lo importante que era para él—. No te puedo perder, gatito.

Sus dedos cubiertos por el traje moteado recorrieron con delicadeza el contorno de su rostro, el corazón del rubio bombeaba con tanta fuerza que sentía que iba a morir en cualquier minuto, sin embargo, aún se encontraba en estado de shock.

— Yo... —empezó el héroe felino—. Mar..., Ladybug está todo bien, disculpa no volverá a suceder, ahora debo de irme.

No aguardó por una respuesta y estirando su barra salió disparado del lugar sin fijarse en la expresión de tristeza la de heroína parisina.

Su mente iba a mil por hora reproduciendo los recuerdos de las últimas horas, ¿su bella y tímida Marinette era la audaz Ladybug, y había sido tan idiota para notarlo? No necesitaba que Plagg se lo repitiera, lo sabía por excelencia, sin embargo no le dejaba de doler la idea de que quizá la había perdido para siempre a causa de su extravagante tontera. Viajo sin rumbo, lo último que quería era llegar a la desolada mansión que se suponía que era un hogar, puesto que las clases se habían suspendido. Detuvo su andar por un par de minutos en lo que dejaba descansar y alimentaba a su pequeño Kwami, para luego continuar deambulando hasta que llegó la penumbra noche en París.

Desde el tejado en el que se encontraba podía observar aquella figura que le robaba el insomnio; su cabello caía con gracia por su delgados hombros, vestía un pequeño short rosado que dejaba al descubierto sus largas y torneadas piernas y una camiseta blanca un poco holgada.

Je t'aime [Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora