Capítulo 19

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Un estruendoso grito alertó el hogar Dupain-Cheng a las seis y media de la mañana provocando la angustia de Sabine Cheng, está se acercó a un lado de la trampilla de madera.

— Cariño, ¿te encuentras bien? —cuestionó la mujer rasgos asiáticos contra el otro lado de la puerta.

El ánimo de Marinette era impenetrable, la sonrisa parecía encontrarse tatuada con tinta imborrable sobre sus labios y en dulce sonrojo en sus mejillas cobró vida desde el momento que sus azules ojos se abrieron recordando los celestiales momentos de la noche anterior.

Se encontraba completamente enamorada de Adrien Agreste, finalmente podían estar juntos y hacerle frente a las mentiras de Lila o cualquier otro impedimento, nunca más, permitiría que ningún temor u obstáculo se interpusiera entre la felicidad eterna que el rubio le provocaba.

Eso, o aquella marca purpúrea que se extendía en longitud de su pálido cuello en un lugar muy poco discreto, cuando observó su reflejo en el espejo que formaba parte del tocador de su rostro no pudo contener un grito de sorpresa con una pizca de enojo anta aquella marca insensata que su novio había dejado en ella.

— Maldito gato —masculló en un susurró. La azabache aclaró su voz antes de formar una respuesta a su madre—. ¡Estoy bien, mamá! Solo tropecé con un zapato.

Sabine escucho la respuesta formando una sonrisa comprensiva en su rostro, amaba a su hija con cada parte de su corazón pero debía de reconocer que la torpeza definitivamente la había heredado de su querido esposo.

— Está bien, cariño, debes de ser más ordenada y cuidadosa.

Con esas palabras la mujer de rasgos asiáticos se retiró de la trampilla para continuar con la tarea doméstica junto a su marido, el desayuno.

Marinette se apresuró a darse una ducha, pues, deseaba llegar temprano al instituto para poder esconderse de cualquier cuestionamiento acerca de aquella marca en su cuello, había probado ocultarla con base, fue completamente imposible.

Por último había decidido optar por vestir una camisa rosa de manga corta acompañada de una bufanda color verde musgo que cubría estratégicamente su cuello, sin embargo, el clima del verano era pegajoso y agobiante, maldijo una vez más a su novio antes de deslizarse dentro de la falda de jeans que llegaba a la mitad de su muslo, al menos, eso iba a provocar que sintiera más frescura.

— Cariño, ¿no sientes qué está demasiado caluroso para usar bufanda? —cuestionó Sabine.

Las mejillas de Marinette se calentaron en un suave sonrojo mientras apartaba un mechón azabache de su cabello.

— Est-to, yo bueno, es que, yo tengo frío y uh, no quiero enfermarme —tropezó con las palabras con un deje de nerviosismo, la azabache miro su muñeca fingiendo tener un inexistente reloj dónde solo se encontraba su brazalete de la suerte regalado por Adrien—. ¡Oh! Miren la hora, es tardísimo, ¡los amo! Nos vemos luego.

Antes que sus padres pudieran replicar salió en paso torpe del apartamento dejando a sus padres con la confusión palpable en su rostro. Marinette soltó un suspiro al encontrarse finalmente fuera de su casa, primera prueba, superada.

Llego al instituto caminando a paso apresurado al salón correspondiente evitando cualquier mirada curiosa que podía llegar a ella, se sentó en su asiento respirando de alivio de haber llegado sin ningún inconveniente a su...

— ¡Suéltalo! —exclamó una voz muy conocida para ella, el sonido de la palma de Alya colisionando contra la madera del escrito la sobresaltó.

« Vamos, no te sonrojes, no tartamudees, no parezcas nerviosa. »  Repetía la mente de Marinette, sin embargo, la morena se encontraba totalmente dispuesta a conseguir las respuestas que necesitaba. Ladynoir se había acabado para darle vida a Marichat, aún no podía creer los recuerdos de la noche anterior, el mismísimo Chat Noir en el balcón de su mejor amiga dándole un beso, no, claro que necesitaba respuestas.

— ¿A-a q-que t-te refieres? —balbuceó Marinette golpeándose internamente por hacer lo contrario a lo que su cerebro le gritaba.

— Primero, ¿por qué llevas una caliente bufanda en tu cuello en medio del verano? Más bien, ¿qué hizo mi inocente mejor amiga anoche? Y claro, ¿con quién? —cuestionó la periodista con una ceja alzada. La azabache se hundió aún más en su asiento con un ardor en sus mejillas hasta sus orejas, ¿por qué Alya tenía que ser tan franca?—. Por favor, quítate eso ya, estas sudando y roja como un tomate al vapor.

Nino observaba la escena con una sonrisa burlona en sus labios sentados en su puesto volteando su torso ligeramente para observar de mejor manera la escena.

— E-estoy bieen —susurró la azabache.

Nino soltó una carcajada.

— Claro, estás bien, tan bien como Alya cuando empezamos a salir y empezó a usar grandes suéter y camisas que cubrían sus pechos porque yo le... —las palabras de Nino quedaron suspendidas al aire cuando la mirada envenenada de Alya lo asustaron.

Nino tenía la esperanza que el motivo de toda la situación tuviera que ver con Adrien, no con otro chico que bien podía romperle el corazón a su mejor amigo, cómo cuestión de suerte, el rubio ingresó al salón integrándose a la escena.

— Muy gracioso Nino —respondió Alya dándole un suave empujón—. Pero, es mejor que el tema se quede en Marinette, ¿entonces?

La mirada de Alya, Nino y Adrien la hicieron suspirar incómodamente mientras retiraba la bufanda de su cuello mostrando la indiscreta marca provocada por los besos de su novio.

— Hey, chicos ¿de qué estamos hablando? —preguntó el modelo con la duda reflejada en sus facciones.

— Marinette nos estaba contando quién fue el chico que le hizo ese chupete —respondió Alya, una sonrisa formó sus labios cuando continuó—. O mejor debería a decir... ¡gato!

Marinette y Adrien abrieron los ojos completamente confundidos y anonadados ¿acaso ella se podía referir a....?

— ¡Chat Noir! Te vi, Marinette, me encontraba muy preocupada por tus recientes cambios de ánimo que termine por ir a verte anoche sin saber qué me iba encontrar con el héroe parisino en tu balcón despidiéndote con un beso —informó la morena con indignación—. Y déjame decirte que me ofende de tal manera que no me hayas contado nada.

Marinette se sintió morir, ¡Alya los había visto! Y peor, no se le ocurría ninguna explicación totalmente creíble para salir de esa, cuando era con Adrien quien debía de confirmar su relación ¡no con Chat Noir! En otro lado, la mente de Adrien iba acelerada pensando en lo descuidado que había sido, probablemente Marinette lo mataría aunque si ya se encontraba en ello, iba a meter la pata por completo.

— Oh, Mari, cuéntanos ¿Chat Noir es tu novio? —cuestionó el rubio con una sonrisa burlona—. ¿Qué se siente salir con el súper héroe más apuesto de París?

La azabache le dedicó una mirada fulminante más la sonrisa de Adrien se amplió, sus ojos azules rogaban por ayuda sin embargo el modelo solo parecía disfrutar la situación tan comprometida que su novia se encontraba.

— Yo, uh, bueno, no sé si somos novios, esto, me acaba de rescatar y yo —Marinette no encontraba una forma de continuar la oración—. Creo, no lo sé.

— Oh, vamos, Mari, somos tus amigos, ¿qué tal besa Chat? —volvió a preguntar Adrien.

— Uh, supongo que...

La frase de Marinette quedó incompleta cuando la señorita Bustier entro al salón haciendo que cada uno tomara asiento y silencio.

Adrien se voltio hacía Marinette con una dulce sonrisa, sin embargo, la chica hizo un gesto que lo heló por completo, deslizó su dedo índice a lo largo de su cuello con sus labios fijos en una línea fija.

Definitivamente Adrien era un gatito muerto.

Je t'aime [Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora