Cap 32. Nuestro siempre.

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Acaricio el cabello de Naim mientras él deja besos cortos en mi cuello causando que sienta un cosquilleo delicioso en todo mi cuerpo, deja mi cuello para mirarme yo mantengo mi mirada en las hebras de su cabello, con la oscuridad luce negro pero a la luz del sol castaño y sus ojos ámbar con el reflejo del sol se ven hermosos casi transparentes con ráfagas amarillas, sus facciones son fuertes y cuándo sonríe de verdad en su mejilla se forman hoyuelos que le da un aire varonil y adorable.


Sus manos pasan de nuevo a mí espalda y dentro de mi top siento el roce delicado de sus dedos sobre las cicatrices que adornan mi espalda, él sabe muy bien que amo que acaricié mi espalda pero desde que tengo las cicatrices no deja de acariciarlas, trata de borrarlas, siempre lo hace aunque resulte Imposible, pero me encanta.

— Yo si te extrañe, Sturm — Admite y su voz suena tan profundo que me cuestiono si fue mi mente o el quien lo dijo.

— Es aburrido no tenerte aquí — Dice, confirmando que no fue mi imaginación la que formó sus palabras.

— Aún no he llegado — Hablo. Mi voz suena débil pero no trato de disimular nada. No con él. — Aún no soy yo del todo y lo sabes.

— Si, pero aun así estás aquí y tú sonrisa no es del todo falsa.

— Pero no es real.

— Amor, la falsedad en tu sonrisa es porque no quieres que les pase nada y la realidad en ella es que los extrañaste — Naim continúa acariciando mi espalda mientras habla.

— De todos modos sigo siendo falsa — Concluyó fingiendo una sonrisa.

— Lo fuiste — Me corrige acariciar mi mejilla.

— Todos lo fuimos en realidad, cuando no demostramos quienes éramos verdaderamente y nos mostrábamos felices por la vida aunque tuviéramos en infierno en la cabeza.

Naim tiene razón, aunque no lo parezca vivimos entre mentiras, entre sonrisas falsas no quiere decir que todas las sonrisas sean falsas pero todos tenemos diferentes formas de sufrir y no demostrarlo, algunos solo ocultan problemas familiares o personales pero otros vivimos atrapados en nuestras mentes, sufrimos, nuestras mentes quieren jugar constante con nosotros mismos y causamos daño sin poder sentir ni lo más mínimo de culpa, cuando le hacemos daño a alguien, fingimos, fingimos sentirnos culpables por qué si no, somos crueles e inhumanos o al menos eso dicta la maldita sociedad.

En ocasiones la crueldad es necesaria pero casi nadie lo entiende.

Al menos yo lo pienso así, por qué es mi caso, tuve que fingir muchas cosas hasta que entre al psiquiátrico ellos me ayudaron, pero no fue hasta que llegue a Alemania que pude dejar de fingir por completo, aquí aprendí a sentir cuando es necesario y no hacerlo cuando no, no quiero decir que no fui feliz antes, no, con las chicas vivir muchas cosas — aunque cotidianas — cosas inolvidables y aunque me duela, cosas que jamás van a volver a pasar, no por los años o el miedo que ellas sientan hacia mí, sino por qué yo no soy esa Keith, con la que reían abiertamente y hablaban las mejores pendejadas del mundo, ahora soy otra, alguien que usa los sentimientos como armas y mi mente como impulso. No un impulso precisamente bueno. Con ellas fui feliz pero aquí soy libre. Y con los idiotas que vivo también soy feliz, pero la felicidad que las chicas me brindaron durante tantos años no tiene competencia con ninguna otra.


— Somos nosotros mismos ¿Recuerdas? — La voz de Naim me saca de mis pensamientos — Podremos ser unos marginados de la sociedad o para muchos en realidad somos asesinos y psicópata sin amor por la vida, pero...

Mañana y siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora