DOCE

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Tomamos la mesa que más cercana a la salida. Por suerte, no había mucha gente en el lugar a esa hora por lo que no tardaron en tomar nuestras órdenes.
La amable señorita llegó en cinco minutos con nuestras copas de helado.
Vainilla para mí y para él chocolate.

Me quedé en silencio, concentrada sólo en comer. No tenía nada para decir o preguntar y, aun así tuviera algo, creo que no es adecuado preguntarle sobre su amigo ahora.

—Y... dime —inició nervioso— ¿lo de tu libreta es real?

Creí que había olvidado ese asunto. Obviamente aún lo recuerda...

—¿Real en cuanto a qué?, ¿que me gusta Hendery o sobre tu nombre?

—¿Qué hay con mi nombre?

¿En serio no sabe que su nombre estaba escrito en ella o solo sigue fingiendo?
Si en caso es actuación, lo hace muy bien porque hasta yo le creo.

—N-nada. ¿Sobre qué estabas hablando?

—Hendery.

—Ah, sí. Es verdad pero... no le has dicho nada, ¿cierto?

—Sé guardar secretos, no te preocupes por ello. Tú confía en mí.

—Quiero pero, cada vez que están juntos y él me sonríe, de repente siento que ya lo sabe todo.

—¿No es mejor si lo sabe?

—No.

—¿Por qué no?

—Porque creo que si algún día llega a saber lo que siento por él, seré rechazada. No quiero imaginarme la escena aún.

—Elle, ¿Cuál es tu sueño?

—Tengo muchos en realidad.

—Dime uno que tenga que ver con este tema.

—Bien, desearía poder ser el primer amor de alguien. Es un sueño casi imposible, lo sé, pero... aun así, quiero mantenerlo.

Sonreí para que mi respuesta no quedara en el aire. Tal vez no debería responderla de haber sabido que sería algo incómodo después.

—Voy a ayudarte.

—¿Con mi sueño? —reí.

—No precisamente con eso —hizo una pausa— me refiero a Hendery. Somos amigos y tal vez esto sea menos complicado que ayudarte a ser el primer amor de alguien —sonrió.

—¿Qué pasa si no acepto?

—Nada en realidad.

—Bueno... sí quiero. Pero... no serás evidente ni nada de eso, ¿verdad?

—No —sonrió.

Nos quedamos en silencio nuevamente, él veía hacia la ventana de vez en cuando, por si le pasaba algo a las bicicletas, lo cual era muy tonto porque nada malo podría sucederles.
Sin embargo, hay algo que he notado, y es que el perfil de Ten es tan... cómo describirlo... 'hermoso'. Dejé de observarlo en segundos para que no se diera cuenta, aunque, probablemente ya lo hizo.
Creo que él se da cuenta de todo pero actúa como si no supiera nada, realmente no creo que no sepa que su nombre estaba en mi libreta —digo estaba porque lo borré el mismo día en el que me lo entregó porque no quería morir de vergüenza— y no creo que no haya entendido lo que dije cuando pensé en voz alta en más de una ocasión frente a él.
Este chico realmente es algo, me intriga y a la vez me agrada.

Saqué mi celular por unos segundos.
¡No puede ser!, ¿es así de tarde?

Por suerte, Ten ya había terminado por lo que no hizo falta disculparme por tener que levantarme rápidamente.
Fui a pagar y cuando regresé lo tomé del brazo para salir, de lo contrario, seguiría entretenido mirando por la ventana.

—Vamos —dije tomando mi bicicleta.

—¿Hacia dónde?

—Pues cada uno a su respectiva casa
—sonreí— ¿hacia dónde más iríamos?

—Bien, bien.

—Podemos volver aquí algún otro día.

—De acuerdo —respondió con una gran sonrisa.

Creo que la idea le agradaba, por supuesto a mí también. No creí tener una conversación tan larga con él de esta manera.

Una vez en casa, no pude aguardar a que sea mañana, sentía que sería un gran día. Aunque, probablemente no lo sea porque las cosas nunca resultan como las deseo; cuando quiero que haya un día soleado simplemente amanece todo nublado, cuando estoy siendo muy cuidadosa con mi ropa para que no se manche, alguien llega y lo arruina. Y esto puede continuar, pero creo que no me alcanzaría el tiempo como para hacerlo.
Tengo que limpiar antes que mis padres lleguen y encuentren este lugar justo como dijo que no querían encontrarlo, en especial mi mamá.

Quédate Conmigo | TenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora