VEINTISIETE

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No he podido quitarme a Ten de la cabeza en todo el día. Cada vez que recuerdo lo sucedido en la fiesta, su nombre resuena en todas partes, y al mismo tiempo, me siento tan avergonzada de mi reacción.

Es un hermoso día soleado, no planeaba salir a ningún lado pero mis planes cambiaron, al parecer mi mamá olvidó comprar algunas cosas por lo que me envió por ellas con su infaltable lista porque no confiaba que yo recordara lo que me dijo.
Tomé mi bicicleta y me dirigí rápidamente al mini market de la siguiente calle porque ese tenía el helado de chocolate a mí me gustaba.

Me detuve entonces para sacar la lista que me habían entregado.
La busqué en todos mis bolsillos pero no estaba, la había perdido y de todas las cosas por comprar solo recordaba el paquete de fideos y mi pote de helado.
Mi mamá tenía razón, no iba a recordarlo todo.

Respiré hondo y traté de calmarme, tal vez, así recordaría algunas cosas más y las que no recuerde... con respecto a eso podría decirle que no había.
Tomé una cesta en lo que hacía memoria, pronto empecé a recordar algunas cosas más. Eran 8 solamente, de ese todo solo me faltaban dos, dos cosas que ya no podía recordar.

"Creo que te hace falta una botella yogurt y otra de café", indicó alguien detrás de mí.

Me exalté tanto que solté de golpe la cesta.

"Ten cuidado, eso pudo romperse".

Por qué él estaba aquí. Por qué continúa apareciendo cada vez que no deseo encontrarme con él.
Se ve extraño...

—Hola, Ellen.

—¿Qué haces aquí?

—He venido a ayudar a mi tío hoy. Es el dueño de la tienda —sonrió como un niño.

Qué mala suerte he tenido.

—Ah, entiendo.

—Tu lista, se te ha caído en la entrada. Eres muy despistada —dijo mientras despeinaba un poco mi cabello.

—Gracias.

Tomé las dos últimas cosas faltantes y me dirigí a pagar con él detrás de mí.
No entendía porqué lo hacía pero tampoco encontraba una manera de alejarlo.

—Justo a tiempo —dijo de repente—. Eres mi última cliente de la mañana.

—¿Cómo?, ¿cerrarán? ¿No se supone que esto es las 24 horas?

—No para mí. Ya es hora de irme a casa; es un part-time no una ayuda a tiempo completo, es eso lo que mi tío dijo.

—Ya veo.

Si soy su última cliente, eso significa que prácticamente saldrá al mismo tiempo que yo...

Cuando terminé de pagar, tomé las bolsas al instante y fui disparada hacia la salida.
Tal vez, crea que lo estoy evitando y es que eso trato de hacer, pero él es imposible.

"¡Ellen, espera un minuto!", gritó mientras me alejaba.

Él casi corría detrás de mí. ¿Cómo es eso posible?
Me sentía mal al dejarlo atrás de esa manera, simplemente no podía así que me detuve. Iba a esperarlo.

"Ellen, aquí estas", expresó con una gran sonrisa a pesar de lucir exhausto.

Aún sonríe de esa manera, quiero golpear su lindo rostro. Me hace sentir tan enojada a pesar que no hay un fundamento exacto para mi enojo. Decir que fue por lo sucedido anoche es tan vago, casi algo estúpido. Pero, ¿no lo soy yo también?

—¿Ellen?

—¿Eh?

—¿Te sucede algo? —inquirió.

Su mirada era fija. Todo esto me tiene tan mal.

—Sí. Digo, no, —aclaré rápidamente— por supuesto que no. Todo está de maravilla. Solo... no quiero hablar, eso es todo.

—Bueno, si no deseas hablar, escuchemos un poco de música. Solo espera un segundo, creo que mis auriculares están en algún bolsillo de esta mochila.

Iba a decirle que eso no era necesario, que estaba bien si solo caminábamos en silencio pero al instante él los halló y, cuidadosamente colocó uno de ellos en mi oído y el otro se lo colocó él.

Era como una escena película, en donde la canción reproducida era nuestro fondo mientras caminábamos con la bicicleta al lado sin decir palabra alguna. De alguna manera esto me resultaba divertido y él no era nada molesto.

Estábamos a un tramo antes de llegar cuando la música se detuvo y no porque se hubiera acabado en sí, sino, porque él la detuvo intencionalmente.
Se quedó estático por unos segundos antes de pronunciar mi nombre.

—Ellen...

—¿Qué sucede?

Parece que él tiene muchas cosas que decir hoy. Halla la oportunidad de hablar cada vez que puede.

—Alguna vez... ¿has pasado de un amor unilateral a uno mutuo?

—No, creo que no. Verás, a las personas que me gustan, no les gusto. O al menos es lo que creo, nunca he llegado a saber lo contrario. Pero he aquí el gran ejemplo que todos ya saben, Hendery y yo. ¿Por qué lo preguntas?, ¿hay algo que sabes que yo no? ¿O es que tienes un amor unilateral?

—Las dos cosas.

—Vaya, eso es algo que no sucede todos los días —me burlé—. Lo siento, puedes decírmelo si deseas, claro.

Dio un gran suspiro y su mirada se dirigió hacia el frente. Tal vez, era algo tan serio que le apenaba tener que mirarme.

—No ha sido fácil tener que darme cuenta pero tengo un amor unilateral y es complicado. Ella es... cómo decirlo... es tan bonita aunque diga que no lo es, a veces es tan torpe y tonta pero tiene un buen sentido del humor y yo me siento bien estando a su lado.

—Qué complicado. Pero mira el lado bueno, al menos es alguien que está a tu lado y puedes tener algo de esperanza. Espero que en algún momento, lo tuyo funcione y no termines con el corazón roto, como yo. Lo digo en buena onda, claro.
Por otro lado, ¿qué es lo que no sé?

—A alguien le gustas, Ellen. Es alguien que ha estado a tu lado todo este tiempo pero no lo has notado aún.

—¿Quién es? —cuestioné rápidamente por curiosidad.

—Aún no puedo decírtelo, lo siento. E-es un poco tarde ya. ¡Gracias por esperarme hoy, que tengas una buena tarde!

—¡Chittaphon!

Es inaceptable que alguien no cuente las cosas completas. ¿Qué se supone que haga con la curiosidad que me invade ahora?
¡Chittaphon, te detesto por eso!

Quédate Conmigo | TenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora