[2] Impresionado.

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Samantha

Menudo dolor de cabeza que tengo, no me deja ni pensar, es tan grande que parece que me lo están martillando la cabeza por mero gusto de verme sufrir, a pesar de eso los recuerdos vienen de uno en uno haciendo las imágenes borrosas, pero más claro y doloroso.

El llegar a la fiesta.

El ir hacia la barra.

Los tragos sola.

El observar a todos.

El sujeto...

¡Carajo, el sujeto!

¿Cómo pude ser tan idiota?

Solo fueron unos tragos y bailes para pasar el rato, nada de lo que pudiera arrepentirme después hasta que me dio ese último que me dejo...

¡Ay no puede ser! ¡Ya no recuerdo lo que paso después!

Es que, si lo vuelvo a ver, lo mato.

Aun con el dolor latente en mi cabeza y la agonía por no saber por lo que pase la mitad de la noche, me levente un poco de la cama, para sentarme en la orilla de esta.

—¿Por qué a mí? —dije con la mirada en el techo. —¿Qué habré hecho mal?

—Pues...

Al escucharlo hablar, solté un gritito agudo que me dejo con el corazón a mil por hora, además, gracias a su repentina intromisión salte y me caí de lado.

—¡Date a notar! —le grite, pero él solo se reía de mí. —¿de qué tanto te ríes?

—No te lo tomes a mal, pero... despertar en una habitación que no conoces, con un tipo raro que te veía desde un rincón y además tienes migraña. ¿Tus instintos de supervivencia no te dicen algo?

—No. —respondí de mala gana.

—Ah ¿no? ¿y eso?

—Veras, punto número uno: Estoy dentro del hotel, lo sé por la arquitectura. Punto número dos: Entre los dos no pasó nada, lo sé porque tengo la misma ropa de ayer por la noche y no siento nada físico; y punto número tres: Tú no eres el tipo de ayer porque él era castaño y tu cabello es negro. Lo que me hace recordar que, si lo veo, lo mato.

—Me asombras... entonces recuerdas todo de anoche. —lo dijo como si fuera un hecho.

—Casi todo, soy muy buena resistiendo al alcohol por más que mi cuerpo me traicione de vez en cuando. Recuerdo muy bien lo que pasó en la noche, o por lo menos hasta ese último trago que me dio ese imbécil.

—Estoy impresionado.

—Deberías... ahora, cuando me sacaste los zapatos, porque sé que fuiste tú, ¿viste mi tarjeta del hotel? La necesito para volver a mi habitación.

—Hablas de esta tarjeta. —dijo mostrándomela, la sostenía entre sus dedos.

—Sí, dámela.

—Pero claro, —dijo mostrando una sonrisa ladina. —pero antes una pregunta.

—No tienes otra cosa por hacer, ¿verdad?

— No. ¿Lo harás?

—Bien, responderé a la pregunta, así que formúlala bien porque solo tienes una.

—Genial. Pues veras, hay algo que no me cuadra del todo. Eres reservada por lo que pude ver, no hablas con muchos y cuando lo haces son solo monosílabos o palabras cortas porque no llegan a oraciones completas.

» Te vas por la mañana y no vuelves hasta tarde, pero ayer... Ayer fuiste a la fiesta donde, podría jurar, nunca irías. Te pusiste a tomar consciente de que controlas el alcohol, te expusiste más de lo que imaginas. Y si al principio pensé que solo estabas liberando el estrés, al ver que veías a todos lados al bailar sobre la mesa, pude darme cuenta de que buscabas a alguien en especial. He aquí mi pregunta: ¿A quién buscabas?

—Vaya, la impresionada soy yo, señor. —dije acercándome lentamente. —Extremadamente guapo, extremadamente inteligente y extremadamente rico. ¿Se puede tener la cadena de hoteles más grande de la historia siendo tan joven? ¿Qué paso, galán? ¿Mami y papi se retiraron?

Ryan

—¿Mami y papi se retiraron? —me quedé helado, solo pude observarla caminando hacia mí con sensualidad y firmeza. —A no... murieron, ¿no es así? —su tono irónico no me impresionó, pero si me dolió.

—¿A quién buscabas? —dije en un tono más brusco y grave, pero ella solo daba vueltas alrededor de mí. —Lo diré una vez más, ¿a quién buscabas ayer por la noche?

Se paró atrás de mí, no tuve tiempo de hacerle frente pues su aliento cálido en mi oreja me paralizo.

—A ti.

Y todo se volvió negro.


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El silencio de mi alma [Alma #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora