[18] Logia contra el mal.

74 8 4
                                    

Samantha

—¿Ian? ¿Me buscabas?

—Así es dulzura, lamento informarte que tu etapa de duelo debe acabar.

—¿Etapa de duelo? —pregunte confusa.

—Ya sabes... por lo de tu amigo.

—Ah sí, Carter.

—Lamento demasiado tu perdida nena.

—No te preocupes, no es como si pudieras haberlo evitado.

Sonrió.

—Admiro tu fortaleza.

—¿Qué querías que haga? —pregunte luego de unos minutos en silencio mientras nos mirábamos fijamente.

—¡Cierto! A lo que viniste. —carraspeo. —Debes ir al orfanato de la calle 54.

—¿El abandonado? ¿Para qué?

—Me ha llegado un informe sobre una transacción de drogas en ese punto.

—Hmm. —lo pensé un momento. —Está bien, —acepte luego de unos minutos. —buscare refuerzos he iremos mañana por la mañana.

Supongo que la razón por la que me lo diga primero es para que sea la que organice todo, después de todo, ya lo he hecho antes.

—De hecho, nena, —ladeo su cabeza. —Necesito que vayas sola... hoy.

—¿Hoy?

—El contrabando será hoy al atardecer.

—¿Y porque sola? Jamás voy a esa clase de cosas sola, necesito un equipo de apoyo.

—¿Qué pasa muñeca? ¿Crees que no podrás?

—No es eso, es solo que me parece raro que no vaya acompañada. Sólo en vigilancia o encubierto voy sola, de lo contrario voy con refuerzos.

—No es nada demasiado difícil cariño. —me sonrió dulcemente. —Pero para que no te sientas sola, preparare a dos hombres que te acompañen, ¿te parece bien?

—Si... iré a prepararme. Pásame la dirección y los detalles en una hora, ¿de acuerdo?

—Si preciosa.

—¿Eso es todo?

—Si. Puedes retirarte.

...

Ryan

—Esto es una mala idea.

—Es una terrible idea. —concordó Will conmigo.

—Espera... ¿Qué? —gire a mirarlo.

—¿Qué de qué?

—¿Qué dijiste?

—¿Qué es una terrible idea? —preguntó confundido.

—¡Fue tu idea! —agite mis manos.

Se llevó una mano al pecho mirándome ofendido.

—Lamento discrepar en tu injustificada afirmación. —rodee los ojos. Cuando se pone en modo dramático, no hay quien lo pare. — ¡Pero fue tu idea! Recuerdo claramente cómo estabas hecho una bolita en un rincón, lamentándote por ser descubierto cuando saltaste y gritaste, "hay que ir".

—¡Exacto! Yo grité "hay que ir" porque cuando me estaba "lamentando" como según tú dices, —lo apunté con un dedo. —no parabas de repetirme "si tanto te molesta, vamos a su casa a ver que oculta".

El silencio de mi alma [Alma #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora