[15] Soy yo.

64 14 0
                                    

Samantha

No me volvieron a asignar una misión, todo gracias a Ian.

Le pedí que me mantenga en la oficina para poder aclarar mis ideas sobre todo lo ocurrido con Ryan, pues el volver a verlo después de tanto tiempo y además el enterarme que fui su juguete, que solo me uso para que crean que él era un niño bueno, me tenía mal, tanto mentalmente como físicamente.

Obviamente no le dije eso a mi novio, a él solo le dije que el ajetreo me alteraba y necesitaba un descanso, como predije, él no me cuestiono si era mentira o no, confiaba demasiado en mi como para dudar. Por momentos me planteo si soy lo suficientemente buena para él, pues es demasiado bueno para ser verdad, se merece a alguien que lo ame como me ama a mí, con esa misma fuerza y dedicación, sé que el merece a alguien que sienta lo mismo para que pueda expresarlo sin ninguna duda, sin ningún miedo a demostrarlo.

Apago la computadora que tengo en me cubículo y me despido de todos, últimamente estoy saliendo antes alegando que sigo en duelo por la pérdida de mi pariente cercano. Se que nadie cree esa mentira pues todas saben que volví a ver a Ryan después de todo lo que paso, pero aun así fingen no saberlo porque saben lo mucho que sufrí y temen que recaiga en mi depresión.

Otra cosa nueva que he estado realizando últimamente es no irme por las calles principales o usar mi carro, ahora camino por un callejón que bordea el edificio. Hacerlo me ahora tiempo y es más silencioso por lo que lo prefiero así, me sirve para pensar.

Hace más de dos semanas que siento una presencia al pasar por aquí, pero no una maligna, se siente como si alguien te estuviera cuidando desde las sombras, desde la distancia. No fue sino hasta días después de mi primer presentimiento cuando encontré a Sally, una pequeña gatita que vive en el edificio de enfrente, siempre me espera sentada a la mitad del callejón, entre los botes de basura y una escalera de incendio. El día que la encontré grite tan fuerte que muchos vecinos del edifico tuvieron que salir por sus ventanas creyendo que estaba siento atacada, no me lo esperaba, es una linda gatita blanca muy bien aseada con un pequeño collar de pedrería artificial que dice su nombre, realmente no sé dónde vive, pero imagino que en el edificio porque vaga por aquí.

—Hola hermosa, ¿otra vez por aquí? —le digo a la pequeña mínima, en busca de su atención.

Ella ladea su cabeza y mira hacia mi dirección, más no a mí; fue ahí cuando sentí la presencia de alguien detrás de mí.

No me dio el tiempo ni de reaccionar cuando con una mano me sujeta firmemente de la cintura y al mismo tiempo me tapaba la boca con la otra. Su agarre no es tan fuerte, pero si firme. Se perfectamente quien es, su aroma lo delata; aun así, le doy un certero golpe en sus partes haciendo que me suelte.

—¡Soy yo! ¡Soy yo! —exclama dejándose caer, doblándose de dolor.

—Lo sé. Tu perfume te delato.

—¿Entonces porque me golpeaste?

Su mirada es de desconcierto, me mira como si hubiese cometido un error, como si no se lo mereciera.

—Número uno: Por asustarme. Número dos: Por tomarme de esa manera y número tres: —lo observo fijamente. —Porque quise.

—Loca. —dijo levantándose lentamente con ayuda del bote de basura al lado de él.

—Gracias, me esfuerzo. —no puedo evitar sonreír al verlo así. Se nota que le dolió. —¿Qué quieres?

—A ti, pero esos son tecnicismos. —me regalo una de sus sonrisas ladeadas. —Debes venir conmigo. —suena serio, preocupado.

—Qué curioso, lo mismo debería decirte yo a ti. —finjo interés. —Tienes orden de captura. —le suelto lo más fría posible.

Eso parece confundirlo, me mira como si tuviera tres cabezas.

—No sé de qué estás hablando. —Parece sincero, como si realmente no supiera de lo que hablo. Como si no supiera de que lo buscan desde hace tres años por traición.

Pero si lo hacen, ¿Cómo lo encontré tan rápido? De hecho, no tuve que hacerlo, en el informe de misión me dieron hasta su dirección.

No. Ya no caeré más en sus juegos.

—Mira, tuve un día de mierda y lo último que quiero es ver tu rostro en una celda porque eso significaría volver ahí, —dije apuntando por donde vine. —y llenarme de papeleo. Así que sigue tu camino que yo seguiré el mío.

No espere que replicara, salí huyendo antes de que eso pasara.



El silencio de mi alma [Alma #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora