[6] Tupi, ¿Qué?

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—¿Segura que lo descifraste bien? —le pregunte a Sam mirando a todos lados.

Estábamos en Brasil, luego de estar poco menos de medio día en el avión; no salimos ayer por la tarde como había sugerido ella, pues luego de la conversación que tuvimos en la habitación del hotel, decidimos descansar para salir más repuestos al día siguiente.

Me sorprendió mucho cuando me dijo que no aterrizaríamos en el aeropuerto central sino en uno cerca de la selva, donde podría estar Carter.

—¿Allí se escondió? ¿tan enserio se tomó mis palabras? Digo, se borró del mapa después de todo.

—¿Por qué? ¿Imaginaste que estaría en algún resort cerca a la orilla del mar?

—No. —sí, pensé. —bem-vindo ao Brasil.leí en voz alta.

—Bienvenidos a Brasil.

—¿Hablas brasileño? —pregunte confuso.

—Es portugués idiota y no hace falta hablarlo para saber que ahí dice eso, está bien grande y en mayúsculas, a la vista de todos los turistas.

—Ah, eso. Bueno, ¿hacia dónde?

—Según las coordenadas y la traducción de esta, Carter está en una pequeña tribu al sureste de Brasil llamado Tupinambá.

—Tupi ¿qué? ¿y qué demonios hace ese idiota ahí?

—No lo sé, tu dime. —dijo mirándome sarcásticamente.

Claro, la culpa es mía, pero en mi defensa, no le dije que se uniera a una tribu en medio de la nada.

—Vamos, —continuo Sam. —hay que alquilar un carro para poder verlo antes de que se oculte el sol.

—Nena, ¿se puede saber cómo llegaremos sin perdernos? No entendemos ni un carajo de lo que dicen aquí. Además, parecen que me están gritando. Todos son tan raros.

—Prácticamente te has criado con Will y Carter, ¿enserio no sabes ni media palabra en portugués?

—No tuve la necesidad de saberlo, ellos casi nunca hablaron en su idioma.

—Tenemos el GPS para ayudarnos, tu conduce y yo guiare, no nos pasara nada.

...

Samantha

—Nos perdimos. —declaro Ryan.

Claro que nos perdimos hace mucho, pero no le dije para que no me fastidie lo que queda del día, o de vida.

Para cuando nos dirigíamos a alquilar un carro, Ryan vio un folleto turístico que publicitaba paseos a lo largo de la zona, incluyendo hacia donde teníamos que ir. Fue una opción tentadora pero no estábamos para divertirnos, tengo una misión y debía cumplirla lo más rápido posible así que jale al niñito hacia la cola del alquiler y pedimos un carro.

Los primeros veinte minutos fueron relativamente silenciosos, con una que otra bobería de parte de mi ex, pero por lo demás, fue silencioso. El desvío comenzó cuando más nos adentrábamos a la selva, mi teléfono poco a poco se fue quedando sin batería hasta que se murió completamente.

"—Dame tu teléfono, —digo levantando mi mano hasta su rostro para que me tome atención, dado que está cantando a todo pulmón alguna canción de la radio.

—¿Qué? ¿Por qué? —bajo el volumen.

—Mi teléfono murió. —susurro.

—¿Qué?

—¡Que mi teléfono murió, sordo!

—¡Ay, deja de gritar! Me dejaras sordo, bruta.

—Entonces no te hagas el que no escuchas y entrégame lo que te pedí.

—¿La tarjeta de habitación? —contesta riendo, a lo que respondí con un golpe en el brazo. —eres muy abusiva cariño, debemos mejorar eso. —continúa diciendo, tratando de aguantar la risa que amenaza con volver a salir.

—Mi teléfono se quedó sin carga y necesito la tuya para dirigirte.

—Pues ahí tenemos un problema.

—¿Cuál?

—La mía también está sin carga.

—Es broma, ¿cierto?

—Lo siento cariño, pero no bromeo, me quedé sin batería en el vuelo y ya no quise cargarlo. Asumí que iríamos al hotel y allí lo cargaría, no contaba con que fueras una apurada y nos metieras a un auto ni bien pisamos el país."

Llevábamos tres horas y media en el carro, de las cuales, en la última media hora, Ryan aparco el auto a un lado de la carretera y se la paso regañándome por no ir con los turistas como había sugerido desde el inicio.

—No sé en qué tanto piensas amor, pero yo bajare a caminar, puedes venir o no, es tu decisión.

Y sin más por decir, se bajó del vehículo, dejándome sin palabras.

—¡Hey! —dije alcanzándolo. —No mentía cuando dije que no quiero que me llames así. Ni amor, ni enana, ni nena, ni cariño, ni nada.

Estábamos frente a frente, en el camino de trocha que nos tocó pisar, con el calor latente por todas partes. El solo me veía curioso, como si quisiera saber la razón por la que dije eso.

—Dame una. —pidió levantando un dedo, acercándose a mí. —Una razón por la cual debería dejar de hacerlo y lo hare. Una razón válida, nada de estupideces como "porque yo no quiero, o, porque no te lo permitiré".

—¿Quieres una? Bien, te lo diré. —exclame haciéndole frente. —Una razón, dos palabras. Tengo novio.

Lo siguiente que paso fue que me empujo hasta el árbol detrás de mí, debajo de una refrescante sombra, en donde coloco sus dos brazos a mis lados, con la intención de retenerme.

—Mentira. —dijo buscando mi mirada. —Estas mintiendo para causarme daño. Tú no puedes tener otro.

—¿Y quién me lo prohíbe? ¿Tú? ¿El patán que me dejo? No te hagas la victima cariño porque no te queda.

—Estas mintiendo, no me has olvidado aún.

—Que sobreestima te tienes cariño. —digo mirándolo a los ojos. —Yo ya te olvidé, —mentira, me digo a mí misma. —ya no pienso en ti, —mentira. —ya no formas parte de mis planes, —mentira. —y hace mucho deje de amarte. —mentira, mentira, mentira.

Yo, ni lo he olvidado, ni lo he apartado de mis pensamientos, ni deje de amarlo. Todo sale de mí sin ni siquiera poder evitarlo. Temo que vuelva hacerme daño, no puedo volver a confiar en él.

Esas palabras fueron suficientes, pues se aparta de mi como si fuera fuego y camina otra vez, sin mirarme antes, sin hablarme, solo se fue caminando. Así pasamos una hora más, caminando por trocha, adentrándonos más a la selva, sin celulares, sin agua, y con mucho calor.

Estaba más que segura que nos alcanzaría la noche antes de encontrar ayuda, pero alguien tenía que ser positivo en este tiempo, ya que Ryan solo vea el suelo, no miraba hacia arriba, estaba caminando sin rumbo mientras que yo veía a todos lados en busca de alguna señal de civilización.

El silencio de mi alma [Alma #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora