[5] Una pequeña broma.

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Omnisciente

Para cuando el pelinegro y la castaña aterrizaron, una camioneta 4x4 negra los esperaba a la salida del aeropuerto con destino a Earth Corp. la empresa de Will. El viaje duro aproximadamente 40 minutos de los cuales Ryan aprovecho al máximo para fastidiar a su amada.

Cuando llegaron, un guardia los guio hacia el último piso de un elegante edificio bañado en ventanales, todo el lugar era inmenso incluida la habitación hacia donde fueron a parar; luego de unos minutos en el ascensor, era incluso aún más grande que él, con ventanales a lo largo de la pared central, una pantalla del tamaño de otra pared también se hacía presente a la vista de ambos jóvenes, allí se realizaban las videoconferencias, la habitación también contaba con dos escritores hecho de caoba, madera exótica, una a cada lado del ambiente, dándole un ambiente sofisticado y juvenil.

Ryan y Sam caminaron dando grandes zancadas hacia uno de los escritores, donde se encontraba William con una sonrisa de lo más grande por verlos o, mejor dicho, por ver a Sam.

—Samantha Evans, dichosos los ojos que te ven. —pronuncio con ese marcado acento brasileño que lo caracterizaba, eso y que era un completo mujeriego. —¿Cómo está la flor más bella del jardín?

—Will, que gusto volver a verte viejo amigo.

—El gusto es mío querida, no pensé que te volvería a ver luego de...

—Eso, pues... lo que sucede es que necesitamos encontrar al escurridizo de Carter, ¿crees que podrías darnos algo para hallarlo?

—¿Necesitamos?

La confusión fue parte del joven hasta que por fin pudo notar a Ryan a un lado de Sam, sin quitarle la vista del brasileño.

—Oh, bueno, no me puedes culparme por no ver a alguien tan insignificante como tú, ¿o sí?

—Lo mismo digo querido amigo. Ahora bien, ¿nos ayudaras? ¿o tenemos que rogarte un poco más? —musitó el pelinegro con una mueca de desagrado.

—Adoro que me rueguen, adelante, tienes mi autorización para hacerlo. —comento mirándolo con desprecio.

Si bien, en el pasado ambos eran grandes amigos, eso fue cambiando con el tiempo gracias a que William se fue distanciando para crear su propio imperio y no depender de Ryan el resto de su vida. Con el tiempo, se volvieron a juntar, esta vez con la presencia de Corinne, para desgracia de Will, pues ella despertó en él el amor que creía que nunca tendría, y a eso se le suma que era la hermana de su más leal amigo. Su decisión fue alejarse por segunda vez y dejarlos en paz para que ninguno sufriera por esos sentimientos pasajeros.

Fue una gran sorpresa para él el enterarse que Ryan la abandono a su suerte cuando sus padres murieron. Tanto la decepción como la rabia crecieron en su interior por dañar a tan lindo ser humano, dichos sentimientos nublaron su mente, lo que ocasionó que no fuera hacia su amigo para preguntar el porqué de lo ocurrido, en vez de eso fue en busca de la castaña con un rencor notorio.

—Chicos, por favor, paz. —pidió Sam en un intento por calmar a los jóvenes que no se apartaban la vista del otro.

—Buscan a Carter... bien, los enviare con Carter. —la sonrisa que tuvo mientras lo decía alerto a Ryan, pero no le tomo mucha importancia para no molestarlo, pues sabía que ya había aceptado ayudarlos.

Y eso es mucho viniendo de él.

William se irguió en su silla y cogiendo un post-it y un lapicero los miro fijo a ambos y sin quitar su sonrisa, apunto unos números en el pequeño papel.

El silencio de mi alma [Alma #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora