[20] Reunión familiar.

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—El sujeto murió. —soltó Will de forma obvia. —No sabemos que mierda pasa aquí y lo único que pudo ayudarnos acaba de ser asesinado.

El continúo hablando solo mientras que yo estaba en cuclillas frente al cadáver del hombre.

Menciono un tal Daniels, ¿Quién carajos es Daniels?

—Vamos, —lo interrumpí yendo hasta la escalera. —tenemos que irnos antes que vuelvan. No sabemos quiénes son, pero no son novatos, volverán para deshacerse del cadáver.

Volvimos al hotel, todo el trayecto Will se la paso ideando un plan sobre el factor sorpresa o algo así. Me desconecte de lo que dijo para centrarme en mis propios pensamientos como, ¿Dónde está Sam? ¿Ella habrá sabido que había un sujeto en un sótano improvisado en su casa? ¿Por qué el hombre dijo que ayudo a alguien con ojos azules?

¿Quién carajos es el tal Daniels?

—... por eso debemos movernos, ¿estás de acuerdo? —continuo su parloteo.

—Si, claro, como digas. —introduje la clave y entramos.

—Iré a empacar. —se adelantó.

—Claro.

—¿Escuchaste eso? —se quedó quieto ocasionando que choque con su cuerpo. Lo miré mal y lo rodeé, caminando hasta la cocina.

Necesito un trago.

—Vino de tu cuarto.

—Ve a revisar, debe ser alguna paloma, creo que deje la ventana abierta.

Deje que fuera a revisar mientras sacaba el vino más viejo que tenía en mi poder. Pude haberlo servido y disfrutarlo, pero un gran estruendo hizo que lo dejara en la isla de la cocina y caminara con precaución en dirección al cuarto.

—Will. —llame entre susurros. —William no es gracioso.

Mis pasos eran lentos y precisos, esa es la razón por la que escuche perfectamente como unos ajenos a los míos se acercaban rápidamente, más nada pude hacer para defenderme pues un fuerte golpe en mi cabeza hizo que me desplome, perdiendo la conciencia.

Samantha

Poco a poco fue recobrando la conciencia.

Estoy atada y con mis ojos vendados, más podía escucharlo todo, el motor de la camioneta y las respiraciones de las personas a mi alrededor.

—Se que estás despierta. —dijo de la nada aquella voz que conocía perfectamente.

—¿A dónde me llevas? ¿Por qué haces esto? ¿Qué ganas con todo esto?

—¿Ganar? Hace tiempo deje de ganar, esto es más... por placer.

—¿Eres consciente de que acabas de matar a hombres de la ley?

—Lo soy.

—¿Entonces porque lo haces? ¡Eran tus soldados! ¡Mis amigos!

Se formo un gran silencio.

—Contéstame, Ian.

Una carcajada salió de lo más profundo de su garganta, aun así, pude notar perfectamente que lo estaba fingiendo.

—Ay cariño... ¿fue tan fácil engañarte?

—No entiendo.

—No necesitas hacerlo, preciosa. Solo espera un poco, te llevare a una reunión familiar.

...

El carro continúo moviéndose durante muchos minutos más, por momentos me mareaba, pero lograba reponerme.

No sé qué juego está jugando este sujeto, pero no me arriesgare.

Una vez se detuvo el carro, me jalonearon hasta la salida del mismo, luego me condijeron por algún lugar, para finalmente escuchar un juego de llaves. Fue ahí cuando me quitaron la venda y me desamarraron las manos.

—¿Planeas encerrarme?

Estaba frente a una puerta de madera, Ian me sujeto del brazo y camino conmigo hasta la entrada del mismo.

—Planeo acabar lo que empecé, —se acercó y susurro en mi oído. —tal como lo hice con tu relación.

—¡Eres un maldito infeliz!

Las escaleras nos esperaban, más el solo se detuvo y sonrió con arrogancia.

—Se que estás ahí nena, ¿me escuchas? —grito en dirección al sótano.

—Estúpido bastardo. —solté con rabia.

¿Acaso se volvió loco?

Me empujo al interior y cerró la puerta tras de mí.

—¡Déjeme salir! ¡Déjame salir, escoria humana! —golpeaba la puerta.

Por más que gritaba y/o pateaba la puerta, esta no cedía y mi voz no era escuchada.

Estoy atrapada.

—Auxilio. —grite por decima vez. —¡Auxilio!

—Eso no funcionara.

Joder, que susto.

Esa voz hizo que saltara del susto y girara levemente.

Unos metros atrás del pie de la escalera se hallaba la figura de una mujer, no podía saber con exactitud de quien se trata pues esta escondida entre la tenue luz que hay en el lugar.

—¿Quién eres? —pregunte a la defensiva.

No respondió, solo bajo la mirada al escuchar mis pasos al bajar por la escalera de madera.

—¿Quién eres? —volví a preguntar, esta vez más cerca.

Levanto lentamente la mirada.

—Oh por Dios. —lleve ambas manos a mi boca por la impresión.

No puede ser.

—Hola Sammy. —murmuro.





El silencio de mi alma [Alma #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora