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La mañana apareció y el sonido de las alarmas despertaron a las tres muchachas.
Cada una se dedico a arreglarse, bajaron a la primera planta encontrandose con la castaña en el comedor.

- Buenos días!
- Hola Key, ¿Qué haces tan temprano despierta? –preguntó la pelirroja–
- Su padre tuvo un viaje de trabajo inesperado, asi que llenamos rápidamente su maleta para que se fuera a tiempo.
- ¿A dónde lo enviaron?
- A Estados Unidos como la vez anterior.

Las chicas asintieron ante lo dicho por Key, agarraron sus desayunos recién preparados y degustaron de éstos.

- Bueno Miya, ¿Cómo te sientes?.
- Algo asustada chicas, ¿Y si cometo un error?.
- No pienses así, tienes que tenerte fe, Momoko y yo confiamos en ti.

La oji celeste asintio tímida ante lo dicho por su mayor. Minutos después salieron de su hogar rumbo al hospital.




Llegando al establecimiento las hermanas salieron del automóvil y entraron, Kaoru y Momoko firmaron el libro de asistencia, Miyako tuvo que ir camino a la oficina para hablar con la secretaria.

- Hola, buenos días –dijo al abrir la puerta–
- Hola, ¿Eres Miyako, no?. –asintio– Bueno, tendrás dos días de práctica, ya en el tercer día recibiras tu primer contrato, el de tres meses.
- Entendido.
- Bueno, vamos a tu sala.
- Si, muchas gracias

La menor siguió a la señora de cabello corto, mucho de los compañeros se encontraban observando a la recién llegada y como era de esperarse los comentarios no tardaron en llegar.

- Ella es la menor de las Utonium, dicen que Kaoru fue a hablar con él jefe y al parecer logró convencerlo.
- Ya me imagino como lo hizo

Las dos chicas comenzaron a reír.

Miyako bajo la mirada al escuchar aquello, pero decidio ignorarlas. Como Kaoru dice, las envidiosas sólo ladran.

La sala en la que trabajaría la rubia estaba en el segundo piso, la secretaria paro al estar frente una puerta y se giro para mirar a la nueva integrante.

- Bueno, Miyako este es tu sala. Espero que te sientas cómoda aquí.
- Muchas gracia—
- Beth, me llamo Beth
- Muchas gracias, Beth

Ambas sonrieron con amabilidad.

La rubia entró y dejó sus cosas en su nuevo escritorio, se sentó y soltó un suspiro enorme. Esperaba dar lo mejor de sí.
Minutos después sintió unos toques en su puerta.

- Pase.
- Hola, buenos días me llamo Rave, soy uno de tus compañeros, soy enfermero.
- Hola, un gusto, me llamo Miyako me gradué hace poco de pediatría.
- Lo sé, muchos están hablando de ti, ten, te traje las citas que tendrás el día de hoy.
- Muchas gracias, eres muy amable.
- Bienvenida al grupo Miyako.

La rubia le dio una leve sonrisa, Rave salió de ahí permitiéndole a ésta revisar las citas de aquel día.
Su primera cita sería en media hora.

- Veamos en media hora tengo a un niño de dos años. –se habló a sí misma– Bien, arreglaré un poco este lugar.

Se levantó del cómodo asiento, Miyako decidió traer en su bolso stikers de animales y flores, para darle más color a la sala blanca que le habían entregado. Comenzó a pegar estos en las paredes del lugar, pronto tendría pegado dibujos de sus pacientes.

Al terminar sonrió, se sentía tan feliz.







En otra parte del mismo lugar, una chica de cabello rizado, comenzó a anotar un número en el teléfono. A los tres toques éste fue contestado.

• Aló?
• Hola, Miyako?
• Soy yo.
• Mira, soy la chica que te acepto el currículum ayer, te llamaba para saber si podrías venir hoy para comenzar a trabajar.
• Oh, lo siento mucho, pero ya me encuentro trabajando en otro lugar, de todas maneras muchas gracias por haberme llamado.
• No te preocupes, me alegra que hayas conseguido trabajo.
• Muchas gracias, adiós.

La muchacha de cabello rizado colgó la llamada y observó al rubio el cual estaba esperando respuesta.

- Miyako ya consiguió empleo en otro hospital Boomer.
- Oh, que bueno por ella.

Por alguna razón le había decepcionado no poder ser compañero de la menor, le hubiera gustado verla y trabajar junto a ella.

- Bueno, vuelve a trabajar rubio.
- A su orden, señora.

Salio de ahí y camino hacia la sala en la cuál él trabajaba. Soltó un fuerte suspiro, desde que supo de la chica no ha dejado de pensar en ella.

- No pensé que esto me volvería a suceder.

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