Capítulo 3

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"BAILE DEL FRACASO"

Los invitados comenzaban a llegar y los nervios no tardaron en hacerse presentes, mis manos sudaban y se movían inquietamente sobre mi regazo, mientras mi pierna izquierda no dejaba de temblar bajo mi vestido.
Esto era tan desesperante, me sentía muy inquieta y quería que la noche transcurriera de forma rápida, que el hombre indicado apareciera y que los problemas se resolvieran cuanto antes, pero sabía que las cosas no ocurrirían de esa forma.

-Alteza, ya es hora -avisó Andrew desde la puerta de mi habitación. Me puse de pie y comencé a seguirlo por los pasillos de palacio.

La gran puerta frente a mí se abrió y un hombre del cual no recordaba su nombre avisó mi entrada, los ojos de todas las personas se posaron sobre mí y tuve que respirar hondo y recoger fuerzas para bajar por las escaleras sin tropezar mientras todos me escudriñaban con la mirada.

El baile dio inicio, la noche había comenzado al igual que el juego, porque así era como me sentía, en un juego en el que podría fallar o salir victoriosa, esperaba que fuera la segunda opción, ya que, si me equivocaba a la hora de elegir a un prometido, habría perdido en la primera y única ronda de este juego tan asfixiante y no habría marcha atrás para arreglar las cosas.

-Bien, el evento se lleva acabo, es tu turno de actuar -susurró la rubia a mi lado, fingiendo una sonrisa.

<< ¡Que comience el juego! >>

Sinceramente no recuerdo a cuantas personas saludé y a cuantas evite, con cuantas hablé y a cuantas les preste la debida atención.
Había charlado con tantos hombres, nobles, varios príncipes, duques, y ninguno se merecía una oportunidad, comenzaba a creer que este baile era un total fracaso y empezaba a hacerme a la idea de que tendría que casarme con el príncipe idiota que propuso el consejo.

Un grupo de nobles se acercaba a mí y para ser honesta ya no quería fingir más sonrisas y tener que hacer como si me importara lo que sea que tuvieran para decirme, en este lugar había más hipocresía que personas, por lo que me hice la despistada y me mezcle entre la gente, huyendo de aquellos que venían a mi encuentro.

Sentí que al fin podía respirar cuando llegué a la puerta principal del castillo, comencé a bajar las escaleras rápidamente, mirando mis pies, tratando de no tropezar con el vestido y rodar por los escalones. Mi atención estaba en el piso por lo que no noté a aquel caballero, si era que podía llamarse así a un tipo como el, que venía frente a mi hasta que su hombro chocó con el mío causando que mi cuerpo se tambaleara y casi cayera al suelo, si, casi, porque su mano se envolvió en mi brazo impidiendo que mi cuerpo tocara el frío piso.

- ¿Acaso no ves por dónde vas? -pregunté molesta mientras me soltaba de su agarre y recuperaba el equilibrio.

-Lo siento mucho, es que voy tarde y... -su justificación quedó a medias y su rostro preocupado cambió a uno molesto -eres tú la que no ve por donde va, tu mirada no estaba en el camino, sino en el piso.

Reina Escarlata | EN PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora