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Su padre lo había dicho una vez. Solían visitar las colinas, solían acampar debajo del cielo despejado y fresco, natural. Los perros los cuidaban desde lejos, la naturaleza revoloteando a su alrededor parecía acariciarlos desde sus pequeñas puntas de pastos largos.

Sakumo lo miraba entonces a través del dosel de la tienda de acampar y sonreía mientras hablaba de su madre, mientras le contaba sus encuentros, su primera cita, su primer beso, su sonrisa.

— ¿Cómo se siente amar? — preguntaba Kakashi recostado sobre la manta extendida en el pasto.

Sakumo siempre parecía un poco perdido, sus ojos brillaban, su mirada se iba lejana contra el insondable engañoso del cielo antes de contestar.

— No estoy seguro — Sakumo apretaba los labios, vacilante, Kakashi quería creer que al mirarlo veía un poco hacia su madre — Pero es una sensación familiar.

— ¿Familiar? — las cejas de Kakashi se levantaban ligeramente sobre su pequeña frente.

— Sí, familiar, cálido, como si pudieras volver a casa... como si encontraras algo que no sabías que habías perdido en primer lugar. Un pedazo de pasado. De algo más.

Kakashi todavía puede ver el brillo en el rostro de su padre, todavía puede escuchar las palabras, repetirlas, pronunciarlas.

Pero Kakashi sigue sin estar seguro de lo que quiso decir, todavía no sabe exactamente de lo que hablaba.

Sin embargo, colgando ahora desde la espalda de Gai, abrazando su cuello firmemente mientras él lo lleva cuidadosamente a la aldea después de haberse lastimado la pierna en una misión, Kakashi no puede dejar de pensar en las palabras de su padre, no puede dejar de pensar en las sensaciones que le dijo, en la sensación de tranquilidad que una vez sintió en ese lugar.

Kakashi no lo comprende, sin embargo, ciertamente lo siente.

En el abrazo confiable de Gai, siente que ha vuelto a casa. Siente que puede ver a su padre una vez más. 

Mi querido Gai [KakaGai Day 2020!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora