Atrévete a creerlo (Rin x Lectora)

Capítulo 3

Narra Rin

– ¡Oye! – dije mientras la sacudía. Ella estaba sucia y no abría los ojos – ¡Despierta!

No hubo reacción. La tuve que mover del otro lado. Me hinqué y la observé. Ella tenía el uniforme de la academia, tal vez hizo algún conjuro o algo parecido porque si no ¿entonces cómo llegaría del techo?

* ¿¡Qué es lo que debo de hacer!? *

– ¿Qué hago, qué hago? ¡Vamos, Rin! ¡Primeros auxilios, primeros auxilios! – trataba de recordar lo que había visto en la televisión hace una semana sobre médicos o algo así – ¡Ahhh! ¡Maldita sea! ¿¡Cómo iba!?

Me revolvía el cabello para pensar algo. Después de unos segundos, recordé que debía de confirmar si tenía pulso.

* ¡Claro, Rin! ¿¡Cómo no se te ocurrió antes!? *

Agarré su muñeca. Me di cuenta que tenía una horrible cicatriz en ella y sus manos tenían pequeñas heridas con sangre. Así que, saqué un pañuelo de mi pantalón y envolví su mano para que no se infectara.

Con su otra mano, también me di cuenta que su palma estaba herida. Había algo extraño. Desde que ella aterrizó en mí, pude notar un aroma dulzón pero no sabía si emanaba en ella o era porque podía distinguir el olor de la cafetería.

Mi nariz cosquilleaba por el olor. Agarré su mano y lo empecé a olfatear. Era más intenso, en verdad, ese olor salía de ella. Aquel olor dulzón me recordaba en aquellos tiempos que Yukio y yo robábamos las galletas especiales de papá. Muchos recuerdos saltaban en mi mente.

* ¿Y si sólo... ? *

Puse mis colmillos en su muñeca, sólo era un poco...

– ¿¡Qué es lo que estás haciendo, Rin!?

– ¿Eh? ¡AH! – Yukio se había abalanzado sobre mí y me puso la pistola en la cabeza – ¿¡Por qué me apuntas con esa arma, Yukio!?

– Por seguridad – dijo Yukio mientras ponía todo su peso en mí – Por un momento sacaste tus llamas azules, hermano ¿Qué iba a pasar si alguien te veía?

* ¡No me había dado cuenta que las había sacado! Aparte... ¡Ni siquiera había desenfundado la espada! *

– ¡¡Te juro que no me di cuenta!! – me asomé un poco y me di cuenta que Mephisto también se estaba acercando – ¿¡Qué es lo que sucede aquí!?

– No te lo podemos decir aquí, Rin – Yukio guardó su pistola y cargó a estilo princesa a la chica – Por favor, hazle caso al señor Mephisto.

– ¡Te acompañaré, Yukio! – iba a correr detrás de Yukio pero sentí que alguien me había agarrado de la cola – ¿¡Ahora qué sucede!?

– No tan rápido, jovencito – dijo Mephisto con una sonrisa de lado. Él seguía agarrando mi cola – Tengo que decirte algunas cosas antes de que te vayas con los demás.

– ¿¡A qué se refiere!?

– "¡Sólo un poco!" ¿Fue eso lo que pensabas hace unos momentos?

– ¿Cómo lo sabe? – no entendía nada de lo que estaba sucediendo – ¿Lo dije en voz alta?

– ¿Te gustó el olor?

– Oiga, no me ha dicho cómo es que sabe eso... – Mephisto puso su dedo índice en mis labios.

– Shhh, deja que te explique la situación en mi cubículo.

Sin poder responder, Mephisto me empezó a jalar de la cola mientras silbaba una canción que de seguro estaba en alemán.