Agradecida.

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Días después...

Estoy llegando al restaurante para encontrarme con Daniela y Sharon, son dos de mis mejores amigas, vamos almorzar e ir de compras toda la tarde.

Hoy es día de chicas, aunque mis otras dos amigas no pudieron venir, Layla, estaba atrapada con algo familiar y Yasmine estaba trabajando. Bajo del taxi y le pago, entro al restaurante buscando con la vista a mis amigas.

—Hola, chicas.—Las saludo en cuanto las veo.

—Hola, Skylar.—Me saluda Daniela. Ella es de mi altura, tiene el cabello marrón claro y ojos color miel que van muy bien con su piel olivácea o como dice ella trigueña, es súper dulce y amable. Está vestida con unos blue jeans ajustados, una blusa rosada, encima de estas una chaqueta negra y unos deportivos del mismo color.

—¿Cómo estás?—Me pregunta Sharon. Ella es un poco más baja que yo, su cabello es de un hermoso color rojo natural, es blanca aunque en vacaciones se bronceo cuando fue a la playa, tiene pecas y ojos marrones. Ella lleva puesto un short de jean, un suéter un poco holgado azul y unos deportivos blancos.

—Muy bien ¿Y ustedes?

—Con hambre y ganas de comprar.—Responde Sharon y nos reímos.

Les cuento todo lo que ha pasado en estos días mientras ordenamos y comemos, y les cuento lo que pasó en la fiesta y sobre Sean.

—¿¡En serio le echaste el vino encima!?—Me pregunta riéndose Sharon. Daniela también se está riendo.

—Si, fue muy vergonzoso, pero él no estaba molesto.

—¿De verdad?—Me pregunta Daniela cuando se le pasa el ataque de risa, aunque aún tiene una sonrisa divertida.

—Si, de hecho me agradeció y bromeó con eso. Se comportó muy caballeroso conmigo.

—¿Y te dio su número? —Me pregunta ésta vez Sharon.

—Si, y yo le di el mío, esa misma noche me escribió.—Les confieso.

—¿Se han escrito mucho?—Pregunta Daniela.

—No, él ha estado ocupado con algo y no he querido parecer muy fastidiosa o desesperada.—Les digo. En realidad no hablamos desde la fiesta y no sé que pensar acerca de eso.

—¡Oh que mal! Hablando de la fiesta.—Menciona Daniela.—Lamento no haber podido ir, de verdad, ¡Lo siento! Y Layla también lo lamenta, a la pobre la llenaron de trabajos en la escuela.

—Yo igual, Sky.—Dice Sharon.—Yas, nos contó que todo te quedó hermoso.

—Tranquilas, chicas.—Les digo para calmarlas.—Se que no pudieron ir por otros compromisos.

—Bien.—Dice Sharon.—¿Y Tommy? —Me pregunta moviendo las cejas.

—Está peor, no deja de llamarme "Barbie".—Digo exasperada.—De verdad no sé porque me dice así, ya le he dicho que no me gusta que me digan así sutilmente, no me agrada y no porque nunca me gustaran sus películas, sino porque yo soy yo y soy distinta de una bendita muñeca.

—Que mal.—Dice Daniela.—Pero quizás debas decirle directamente que no te gusta que te diga así.

—Oh, que no te gusta en general.—Dice Sharon.

—Tal vez tengan razón.

—¡Tranquila! Vamos a ir de compras para que no pienses en eso.—Propone Sharon.

Pagamos y nos vamos al centro comercial y allí pasamos toda la tarde entrando y saliendo de muchas tiendas, cada una tenemos más de cinco bolsas en las manos.

El Mundo A Través De Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora