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Un año atrás.

Después de dejar a Joaquín en el auto e irme con Uberto tenía entendido muchas cosas, una de ellas era que la libertad de Joaquín dependía de mi por más absurdo que eso sonará.

Se que lo más razonable era hacerle algo a Uberto y luego correr hacia Joaquín pero no, se dice fácil pero es difícil ya que por más hijo de puta que sea el padre de mi novio sigue siendo eso, su padre.

Me vi en la necesidad de sacrificar mi vida, por que lo dije y lo reitero, no importa dar la mía simplemente por ver a Joaquín bien.

Antes del viaje Uberto me obligó a sanar sus heridas, y la pistola en mi cabeza me presionaba aún más, no me quedó más remedio que ayudarlo pero también me di cuenta que era muy buen actor, pues engaño a Mauro de que estaba muerto cuando la herida no era profunda, ni siquiera había tocado mucha piel.

Estuvimos en carretera más de diez horas, las horas más horribles de mi existencia. Llamó a unos contactos que él tenía en una zona - la cual nunca dijo su nombre - cuando llegamos al lugar me presento como su pareja y claro que las demás personas no dejaron pasar las manchas de sangre que ambos llevábamos impregnadas en nuestros vestuarios pero el simplemente dijo que había sido una pelea callejera.

Los hombres no preguntaron más al respecto, nos dirigimos a una especie de bodega donde había un montón de cajas y en ellas dinero que Uberto tomó, después de eso supe que nuestro destino era Colombia y donde me enteré que operaba otra de las empresas de él.

Me aisló del mundo en unos pequeños departamentos, aprovecho su dinero para contratarme guardaespaldas, me convirtió en amo de casa, no era tan malo pero no era la vida que imagine alguna vez.

Todavía recuerdo sus manos en mi la primer noche que dormimos juntos, fue tan asqueroso pero no podía hacer nada por que si no la cosa se ponía peor.

Recuerdo sus palabras mientras estaba encima de mi...

"No sabes cuantas veces fantasee con esto, no sabes cuantas veces me reprimi por no montarte en mi oficina Emilio, eres mío y yo soy todo tuyo, hazme el amor".

Llore como un niño pequeño cuando le quitas su juguete favorito, me negué en un principio y una bofetada me recibió.

Así que lo hice, tratando de poner mi mente en blanco, para no pensar en lo incorrecto que era, en lo miserable que me estaba volviendo, en la traición que le estaba dando a Joaquín.

Todavía llevo marcas en el alma y la imágen de Uberto corriendose encima de mi, los besos toscos y doloridos, sus uñas en mi espalda.

Ese día cambie, algo cambió dentro de mi, mi cuerpo, mi mente y mi alma querían venganza, la obtendría.

—¿Cariño? —la voz de Uberto me hace volver a la realidad, nos encontramos en la sala del departamento con un montón de sus colegas rodeandonos.

—¿Qué pasa? —respondo mecánicamente mientras forzó una sonrisa.

—Te pedí que nos dejaras solos, tengo asuntos muy importantes que atender que a ti no te interesan —sonríe hipócrita, hago lo mismo para ponerme de pie y dirigirme a nuestra habitación.

Escucho murmullos mientras me alejo pero no los tomo encuenta.

Suspiro una vez más y me encierro, observó la cama la cual está hecha un desastre por los forcejeos que tuvimos esta mañana, no quería acostarme con él y prácticamente me violo.

Sacudo la cabeza alejandoos malos pensamientos y repito la rutina de todos los días, comienzo a revisar cada rincón de la habitación tratando de encontrár algún teléfono para comunicarme con Joaquín, las cartas que le había escrito estos últimos meses no me las había respondido, no quise penar que estaba muerto, me negaba.

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