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Emilio

Manos recorren mi piel, se siente tan bien el toque que por un momento creo que por fin estoy con él.

—¿Emilio? —su voz angelical me recibe e inconscientemente una sonrisa se dibuja en mis labios, es Joaquín.

—¿Dónde estás? —grito desesperado dando vueltas en círculos mientras trató de buscar una salida entre las cuatro paredes que me rodean del cuarto oscuro donde me encuentro.

—¿Cómo pudiste? —lo escucho recriminarme furioso, la boca se me seca—. ¡Te metiste con mi padre maldito enfermo! —su voz sale entrecortada y no puedo evitar que las lágrimas desciendan, me desesperó aún más por que no logro verlo.

—¿Dónde estás? Amor por favor, yo no quería —sorbeo mi nariz cayendo de rodillas al frío suelo.

—Ya no te amo —susurra cerca de mi oído, me recuesto en el suelo tratando de procesar todo—. Jamás te lo perdonaré.

...

—¡Amor! ¡Levántate! ¡Te estas hiperventilando! —me siento de golpe, mi cuerpo duele y el sudor frío me recibe. Uberto me acuna entre sus brazos mientras nos mese lentamente —¡Oh dios! Tranquilo, respira —acaricia mi cabello mientras trato de regular mi respiración—. Me asuste, pensé que te perdería, estabas quejandote mucho.

Siento su piel chocar con la mía, me muerdo los labios pues las imágenes de unos momentos llegan a mi mente como fuertes cuchillas clavandose en todo mi cuerpo.

Flashback

Uberto arremetió, rodando encima de mi y aplastando nuestros labios juntos. Dejo escapar un pequeño ruidito sorprendido, pero separó los labios, jodidamente negándole la entrada, y Uberto se prendió completamente. Saqueó mi boca con su lengua, memorizando la suavidad, el sabor, la textura, todo sobre mis labios y boca, vertiendo cinco años de anhelo acumulado en el beso, queriendo entrar, queriendo arrasar, apropiarse y follar. Uberto nunca había deseado tanto a nadie como a mi, queriendo meterse dentro de mi y nunca salir.

—Detente —digo entre los hambrientos, profundos besos, su polla tan dura que era doloroso. Sus caderas comenzaron a moverse, su erección rozándose contra mi cadera.

—Detenme —dice burlonamente sobre mis labios, dejó escapar un gemido lastimero —Está bien —murmura, acariciando mi espalda, como si tratara de calmar los estremecimientos de deseo ondulando a través de él.

—Está bien… —digo con voz entrecortada.

No, no lo estaba, maldita sea.

Uberto rodó de mi quedando sobre su espalda, respirando entrecortadamente.

—Vete —graznó furioso—. Toma un maldito baño y vete, duerme en la sala no quiero verte.

Sin dudarlo, ni protestar lo hice, pude lograr que no me violara, lo logré y me sentí feliz.

Flashback terminado

—¿Estás bien bebé? —me inspecciona de arriba abajo, se nota realmente preocupado.

—Si, solo fue una pesadilla —contestó restándole importancia mientras me pongo de pie, tiemblo cuando el aire frío choca contra mi cuerpo desnudo e inconscientemente trato de taparme con mis manos lo más que puedo, mierda.

—No hay nada que no haya visto —la voz de Uberto suena a mis espaldas con un toque burlon. Cierro los ojos con fuerza.

—Prepararé el desayuno pero antes tengo que ducharme —suspiro resignado.

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