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Maratón 2/3



Emilio

Suspiro una vez más observando la foto de Joaquín en mis manos. Su cara cambió por completo, ahora tiene una pequeña barba que la adorna, sus labios están más gruesos de lo que recuerdo y su cabello creció.

No se exactamente cuanto tiempo he pasado metido en el baño pero es el lugar más seguro en estos momentos si quiero apreciar la belleza de Joaquín a fondo, me siento un poco mejor ahora sabiendo que por lo menos es la única manera en que puedo verlo.

—¿Cariño? —una voz hace eco en las paredes y la reconozco de inmediato lo cual me hace estremecer, me guardo muy bien en el bolso de mi pantalón la foto de mi caracol para salir a darle la cara al idiota de Uberto.

Tomo una inhalación profunda, tomó la perilla entre mis manos y abro la puerta despacio, camino hacia la sala con cuidado pues aún me duelen los pies por los cortes que tengo.

Una vez que llego a la pered del pasillo que da a la sala me permito observar a Uberto que descansa en uno de los tantos sillones que hay, su corbata desanudada, sin el saco puesto y mirando hacia el techo.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó frunciendo el ceño.

—Vine a hablar.

—¿Sobre qué? —me río con sarcasmo.

—Hueles bien —su voz sale ronca pero sin gracia alguna. —Quería pedirte perdón, me siento muy mal por lo que te hice, Jacob me dijo que vino por otros papeles que le pedí y te encontró muy mal en el suelo, que tenías fiebre —voltea su rostro para mirarme —Tuvo que llamar a un doctor para curarte —musita cansado—. Disculpame, me cegue por completo.

Aprieto los labios en una línea, se que no tengo otra opción más que perdonarlo.

—Creo que fueron los celos —murmuró —Pero no te preocupes, en tu posición hubiera hecho lo mismo —me encogo de hombros—. Pero cuidame más, por que un día de estos me saldrás matando.

—¡No digas eso! —su repentino grito hace que de un brinco, se pone de pie para ponerse frente a mi y tomar mis mejillas con sus asquerosas manos.

—Perdón —susurro nervioso apuntó de llorar.

—No llores —súplica, me da un beso—. Hoy será diferente, decidí que para recompensarte lo idiota que he sido saldremos a comer por ahí ¿te parece?

Asiento frenéticamente a lo que el sonríe.

¡Sería una gran oportunidad para escapar!

—Yo tengo que regresar al trabajo, solo vine a disculparme así que no hagas la comida hoy y ponte muy guapo, sera nuestra primera noche especial antes de ser esposos ¿Por que todavía quieres, verdad? —noto la insistencia en su voz, así como el tic que le da en uno de los ojos cuando se encuentra nervioso y para nada seguro de lo que podrá obtener.

—Nada a cambiado —me obligó a decir, sintiendo ganas inmensas de vomitarle encima.

—Perfecto —besa mis párpados —Te llevara Kevin al lugar, Mathew esta castigado no puede acercarse a ti, por su culpa te hice daño —sus ojos me miran insistentes—. Te amo —se acerca a mis labios de nuevo pero somos interrumpidos por unos golpes en la puerta.

Uno de los guardaespaldas abre la puerta, una cabellera castaña se asoma.

—¿Hola? —el chico mira con una sonrisa socarrona Uberto el cual parece estar en un estado de shock.

Tarda unos ligeros segundos así hasta que por fin decide hablar: —¿Qué haces aquí? —pregunta conmocionado.

—¡Tanto tiempo! —exclama el otro chico mientras comparten un abrazo cariñoso.

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