7. Indirectas y peligro

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Íbamos rumbo a Brooklyn, un día domingo, una semana después del día que que yo había planeado. El sábado de la semana anterior no pudimos ir debido a que nos quedamos dormidos, parece que no podíamos volver a dormir juntos porque todas las veces que lo habíamos hecho parecía que caímos en coma, no nos dábamos cuenta del tiempo que pasaba si estábamos abrazados en la misma cama.

Ayer nos despertamos a las 11 de la mañana y fue porque Jarvis abrió las cortinas, para que le molestara a Steve al dormir, así que me terminó despertando al intentar soltarse de mis brazos, ni siquiera recuerdo el momento en que nos quedamos dormidos, lo último que recuerdo es haber estado viendo la televisión.

Aprovechamos la tarde entrenando con Steve, me enseñó algunas de sus técnicas en combate y al final se dio cuenta que yo no estaba en tan mala forma, no pudo disimular el haberse quedado viéndome cuando me quite la camisa, hasta olvidé el feo reactor que tenía en el pecho. Yo sabía que no estaba en mal porque practicaba regularmente con Happy, además de que al pelear recordaba rápidamente los movimientos que Jarvis me decía que hiciera.

Por la noche salimos a la azotea para que Steve pudiera pintar la ciudad de noche, le quedó una pintura preciosa y le prometí algún día llevarlo lejos de la ciudad para que pintara algún matorral con el cielo estrellado de fondo, el quedó fascinado con la idea.

La noche anterior no habíamos dormido juntos, para evitar futuras decepciones para Steve al no poder ir por ser muy tarde.

Tenía planeado que tuviéramos un picnic-almuerzo en Prospect Park y después daríamos unas vueltas por el parque, luego Happy nos conduciría hasta el Bridge Park y veríamos el puente de Brooklyn que conecta con Manhattan. No lo cruzarimos obviamente pero aprovechariamos para tomarnos fotos y si nos quedaba tiempo caminariamos hasta llegar a Brooklyn Heights para ver las glamorosas casas de ese antiguo barrio, me hubiera gustado que fuéramos a más lugares, pero Brooklyn era muy grande y no nos ajustaría el tiempo para ir a más lugares. Todo saldría perfecto, bueno eso esperaba, sino todo lo que había planeado se iría por el caño y quería que el rubio lo gozara, no quería arruinarle su salida.

-Tony - escuche que me llamaban a lo lejos, pero yo seguía hundido en mis pensamientos - TONY - gritó está vez Steve.

- Dime, cariño - Le respondí despegando mi mirada de la ventana.

- Hueles a ansiedad - reveló Steve preocupado - Me estás preocupando.

- ¿Qué? - Pregunté aunque había escuchado todo claramente, sólo necesitaba unos segundos para procesarlo y al parecer Steve lo sabía ya que no dijo nada - Lo hice sin querer - Declaré.

Creí que había dejado esa costumbre de dejar salir mis emociones mediante las feromonas. Hasta había tomado inhibidores de aroma, luego de mi primer celo para poder controlarlo y así evitar que se aprovecharán de mí. Todos aprendían a contralarlas en la secundaria, pero yo no, por mi tardía presentación, por eso tuve que recurrir a otros medios para poder sobrellevar esos problemas.

- ¿Qué tienes? - Preguntó cautelosamente.

- Sólo pensaba. - Respondí suavemente conectando mi mirada con la de él - Perdón por preocuparte - Agregué al ver en sus ojos la consternación.

Sentí la mirada de Happy a través del retrovisor, la cambio rápidamente al chocar con mi mirada. Sólo así me percaté de la disculpa que había ofrecido a Steve. Algo que yo nunca acostumbraba a hacer, no me disculpaba o agradecía con frecuencia, por eso el beta se sorprendió.

Steve liberó un poco de sus dulces feromonas para tranquilizarme, hoy se sentían más dulces, instintivamente me fui acercando a el hasta terminar arrecostado en su hombro, él se acomodó mejor para que yo estuviera más cómodo y justo cuando sentí que me podía quedar dormido el auto se detuvo, abrí los ojos y pude ver que ya estábamos cerca del parque, desde mi ventanilla podía ver el Arco de Triunfo.

Otra oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora