22. Encontrarlo

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- Vaya has dormido bastante.

- ¿Quién eres?- Pregunté a la alfa que estaba en la misma habitación oscura que yo, cuando se acercó sentí un diminuto recuerdo pero no logré hacer que mi mente conectara con esa pequeña memoria.

-¿Te olvidaste de mi? Porqué no me sorprende.

- No es personal, pero ya olvidé lo que comí en la mañana.

- Soy Maya Hansen, nos conocimos una noche.

- Si... - Dije recordándole - La Botánica. Por favor dime que no tienes aquí un niño de doce años que nunca he visto.

- Tiene trece - Bromeó, pero yo me quedé serio cuando recordé la situación en la que me tenía -Entonces, cómo en los viejos tiempos... ¿eh?

-Uy sí. Y me fascina que me aten.

- Eso no fue mi idea.

- Entonces usaste la tarjeta que te dió Killian.

-Use sus fondos

-Y aquí estás, tres años después en una cloaca.

-No.

-Sí.- Dije intentando llamar mi traje, pero no podía, al parecer estar amarrado hacia que la función de llamar el traje se estropeara

-No. Tú estás en la cloaca. Yo puedo salir.- Alardeó - Las cosas cambiaron, pero estoy cerca de volver Extremis prácticamente estable.- Hablo con tono de súplica.

- ¡Te digo que no lo es! - Respondí exasperado-Solías tener una moral sólida. Solías tener ideales. Querías ayudar a la gente. Y mírate. Ahora yo despierto cada mañana con una persona que aún tiene alma. Así que sacame de aquí, ¿Qué esperas?

Pero nada pasó, la chica sólo se alejó de mí y escuché la voz del ser más repugnante del mundo, Killian, que venía bajando por las escaleras, eran ciertas las palabras que había dicho Happy, el hombre había cambiado mucho, se veía visiblemente más atractivo, obviamente no más que yo, pero se veía que tenía una pizca de mejoría, además de que su olor de alfa se sentía más fuerte, no como aquel alfa de rango bajo que conocí en aquella ocasión, ahora era uno de alto rango, pero no era un prime.

- No sigues molesto por lo que pasó en Suiza o ¿Si?

- No estaría molesto conmigo, vengo a agradecerte. Me diste el mejor regalo que me han ofrecido en mi vida. Desesperación.-Relató el hombre mientras se acercaba a mi - Creí que llegarías, pero al estar ahí viendo la ciudad... Nadie sabía, nadie estaba ahí, nadie podía verme. Ni siquiera me buscaban. Y me vino una idea que me guiaría por muchos años. El anonimato. Y gracias a ti es mi mantra desde entonces, es mejor gobernar tras las bambalinas. Porque en cuanto le das un rostro a la maldad, un Mandarín, le das un objetivo a la gente. - Continuo hablando, está vez se alejó de mí y se sentó sobre una mesa frente a mi - Quiero pagarte con el mismo obsequio que con generosidad me diste una vez - Agregó tirando unas bolitas para activar un holograma - Desesperación.

En el holograma podía ver a Steve amarrado a camilla, su rostro se veía rojo por la lucha que tenía con el extremis en su sangre. Mi estómago se hizo un nudo y sentí náuseas por lo que ese monstruo le estaba haciendo.

Otra oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora