34. Convalecencia

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— Acabo de firmar tus papeles de salida — Avisé entrando a la habitación donde el omega escuchaba música mientras leía un libro. — ¿Estás seguro de que quieres marcharte hoy?

— Ya no quiero estar aquí, no mientras uso esta bata.

— Te ves lindo. — Respondí viendo el color pálido de la ropa que contrasta con su piel blanca.

— No lo digas aquí, alguien te podría escuchar. — Dijo cerrando fuertemente el libro que tenia en sus manos.

— Esta bien. — Dije suavemente para evitar una discusión y me acerqué a la mesita junto a la cama para revisar que Steve hubiera tomado su médicamento, pero no lo había hecho así que le tendí mi botella de agua y un par de pastillas.

— Sabes que no las necesito.

— No me importa — Dije tomando su mano para dejar las pastillas en la palma de su mano. — Estos incompetentes te detectaron tarde una contusión, tienes que medicarte.

— El suero en mi sangre me curara sin necesidad de medicinas.

— Dios, contra esto tenía que lidiar Pepper. El karma es una maldita. — Dije para mí pero sabía que Steve había escuchado claramente con su super audición.

— ¿Feliz? — Preguntó después de tomarse las dos pastillas con un trago de agua y yo asentí sonriendo.

— En un rato llegará Natasha con tu ropa, así que es tiempo para preguntarte ¿En dónde piensas quedarte? — Manifesté y continué cuando el se mostró confundido — ¿Tu apartamento o la Torre?

— Ya lo sabes.

— Si, tuve que enterarme por alguien más.

— No es que pensara mudarme, sólo es un lugar para pensar y descansar de todo.

—¿De mí?

— Sabes que no es así.

— Sólo quiero saber algo, ¿Por qué guardas tantos secretos?

— ¿Yo guardo secretos? — Preguntó molesto — Tu me pusiste un rastreador, imagínate mi sorpresa cuando Pierce me dijo que Fury me había puesto uno, al menos luego de pensar un poco llegué a la conclusión que sólo tú has tocado mi traje.

— Fue por tu seguridad.

— Yo me se cuidar sólo.

— Te cuidas tan bien que terminaste así.

— Bueno, ya estamos a mano, tu me pusiste un rastreador a mi espalda y yo tengo un apartamento.

— Son cosas totalmente distintas.

— Son secretos, todos son iguales, son engaños.

— Quiero cuidarte, el riesgo es inminente, tengo que proteger lo único que le da sentido a mi vida y ese eres tú.

— Tony, el apartamento lo busque cuando tu te enteraste que era omega, creí no me querrías volver a ver en tu Torre.

— Nunca te pediría que te vayas, es tu hogar y siempre lo será — Antes de que Steve pudiera decir algo la puerta se abrió dejando ver a Natasha con una silla de ruedas.

— Hola Steve, traje tu ropa y... iugh, ¿Por qué intentan macar territorio en un hospital? — Dijo la alfa cubriendose la nariz y tomando el control para liberar el aire de nuestras feromonas.

— Gracias Nat. — Agradeció el omega sonriendo mientras yo sacaba la ropa y Natasha se sentaba en una silla.

Steve se sentó con los pies fuera de la cama y yo desabroché su pantalón para ayudarle a ponérselo, arremangé la tela y me arrodillé para meter su pie en la tela, pero había olvidado que teníamos público y lo recordé cuando escuché una risita en la sala, volteé mi cabeza hacia la alfa para darle una mala mirada y ella me sonrió para luego ocultar su rostro detrás de una revista, aunque yo sabía que nos seguiría viendo de reojo.

Otra oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora