10. Compensación

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Mi amor por ti crece cada día más, aunque no esté junto a ti.

Ese era el último mensaje que había enviado a Steve, pero no había recibido respuesta. Le pregunté a Jarvis si habían cambios en la rutina diaria de Steve y lo único diferente es que estaba más horas en el gimnasio, nada raro para un supersoldado. Debía mantener ese perfecto cuerpo que tenía y eso sólo se lograba con horas y horas de duro ejercicio.

Guardé mi teléfono y volteé mi mirada a la ventana, ya estaba en mi Jet rumbo a Manhattan. Me devolví un día antes, se suponía que volvería el viernes, pero no aguantaba más estar separado de Steve así que regrese el jueves en cuanto termine todas las revisiones de la planta. Pepper y yo hicimos un sobre esfuerzo para lograr terminar un día antes. Me pareció un poco extraño que ella estuviera de acuerdo con terminar un día antes, pero no le tomé mucha importancia ya que eso me ayudaría a volver más rápido con Steve.

Aún no era de noche podría, llegar en la madrugada del viernes, o quizá antes para dormir abrazado a mi persona favorita, como anhelaba su calor junto al mío. Tuve que usar almohadas en el hotel para imaginar que no estaba sólo, pero no era lo mismo porque no estaba su olor, que lástima no me traje una de las camisas que usa para el gimnasio, esas estaban empapadas de su aroma, me hubiera durado varios días con su aroma. Ahora que lo pensaba libremente, sonaba patético, un alfa sin poder dormir por la falta del aroma de quien ni siquiera era su pareja. Pero lo aceptaba, me había vuelto adicto a su aroma, como no hacerlo si olía a donas, mi postre favorito, nunca había sentido nada parecido.

Cuando Steve aceptara ser mi pareja no dudaría en decírselo a todo el mundo, les contaría lo enamorado que estaba del rubio, les diría que me había vuelto loco con su aroma, su personalidad y con su físico, me había sacado la lotería con él, lo tenía todo. Al fin Cupido me había fechado, después de años de no creer en el amor, aparecía el para devolverme la esperanza, para pintar de luz y color la oscuridad en la que vivía antes.

Con esos pensamientos me fui quedando dormido en mi asiento, Pepper estaba en la habitación y claro que ahora ya no podríamos quedarnos juntos en la misma cama, así que preferí quedarme a dormir en mi en los amplios asientos.

- Tony... - Alguien me movió el hombro - Tony.

- Steve vuelve a dormir, todavía no es hora de que nos levantemos.

- Tony, ya llegamos. Despierta.

- ¿Qué? ¿Tan rápido?

- El viaje era de menos de cinco horas, a penas van a ser las 11 - Respondió la pelirroja que estaba frente a mí. - Las maletas ya deben estar en el auto. Vamos, tu príncipe, espera en la Torre. - Continuó Pepper mientras se reía de su propia broma y caminaba a la salida.

Me levanté y la seguí aun con sueño por mi reciente siesta, llegamos hasta el auto rápidamente. El camino no fue rápido, primero pasamos dejando a Pepper en su casa, mientras íbamos con Happy camino a la Torre me iba haciendo planes en la cabeza de lo que haríamos cuando llegara a casa. Llegar a casa, nunca usaba ese término porque no tenía a nadie esperándome, pero ahora sí, ahora dónde quiera que estuviera él sería mi casa, nuestro hogar, el lugar donde prefería estar sin lugar a dudas, sólo si era con él, renunciaría a cualquier cosa para estar a su lado.

Pepper me había compensado por haber sido tan productivo toda la semana, me había dado la siguiente semana libre, lo que significaba que Steve y yo podríamos tomar unas mini vacaciones y ya tenía en mente llevarle a la mansión de Malibu, iríamos a tomar el sol en la playa, tendrían cenas románticas mietras veían el atardecer y quizá hasta lo llevaba a sobrevolar el mar en mi traje.

Otra oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora