38. Luna de miel

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— ¿Quieres salir a cenar o pedimos servicio a la habitación?

— No tengo hambre, sólo quiero estar contigo. — Respondió mi esposo sentándose a mi lado en la cama mientras nos sumiamos en un cómodo silencio, en el que sólo disfrutábamos de nuestra cercanía.

— No creí que nos costará tanto deshacernos de Johnny. — Comenté al recordar que el omega rogaba para que lo trajeramos con nosotros al hotel.

— Podemos volver en unos años y pedirle que nos acompañe.

— Siempre tan bueno. — Halagué acercando mi boca a su cuello para dejar un beso entre su piel y el cuello de su camisa. — ¿Aún estás adolorido? — Consulté recordando que el día anterior tenía sobrecarga muscular por los días de celo, pero el omega negó con la cabeza.

— Tony... Tomame. — Dijo el rubio posando sus orbes zafiro en mis orbes avellana.

La pupila de sus ojos estaba dilatada, dejando ver muy poco de sus iris azules, dejandome pasmado ante el maravilloso contrate, aunque luego de unos segundos mi alfa me obligó a tomar acción. Mi alfa demandaba marcar al omega y esta vez lo haría, aunque fuera una marca pequeña para comenzar, no importaba como se viera, quería formar ese lazo con mi omega, reclamarlo y así en un futuro cercano todos sabrían que me pertenecía, sólo a mi y yo también le pertenecía a el.

Aún con nuestras miradas conectadas me acerqué a él y acaricié su mejilla para luego acercarme a sus labios, rocé suavemente su belfo rosado, para luego adentrarme un poco más en el manjar de su boca, Steve llevó su mano a mi nuca y jugueteo un poco con mis cabellos, me moví lentamente hasta recostarlo en la cama y nos fuimos ubicando en el centro hasta que termine en medio de las piernas de mi esposo.

A medida que el beso fue subiendo de intensidad nuestra ropa fue desapareciendo y cuando mi omega estaba totalmente desnudo levanté su pierna y comencé a dejar besos húmedos desde su tobillo interno hasta la parte interior de su muslo. Aprochando que estaba abierto para mi acaricié su resbaladiza entrada que había comenzado a lubricar para mi apenas nos besamos, un suspiro salió de sus hinchados labios cuando masajeé superficialmente la zona, coloqué su pierna en mi hombro y apreté sus esponjosos glúteos con ambas manos.

—Antes de que te tome oficialmente como mi esposo, jurame que yo seré el único que te va a poseer, que sólo yo seré el único que estará contigo de esta manera, no te quiero compartir , quiero que sólo seas para mi, que sólo yo conozca tus gemidos y que sólo yo logré llenarte el corazón de amor.

—Todo mi ser es tuyo Tony, hoy quiero pertenecerte totalmente, por eso puedes marcarme, aceptó la mayor prueba de compromiso contigo. — Manifestó acercándose a mi y juntando nuevamente sus labios con los míos. — Quiero hacer algo por ti, siempre me complaces y estableces lo que haremos, pero hoy es un día especial, podemos cambiar un poco.

— Esta bien, te sedo el mando, ¿Cómo quieres que me ponga? — Pregunté con una sonrisa de lado para fingir el pequeño nerviosismo que me había inundado al pensar que yo no tendría el control. ¿Algún día se iría ese ligero temor?

— Siéntate en la orilla. — Respondió y yo me quité de sobre el, lo que me pidió no parecía raro, así que acaté su orden sin preguntar.

El omega camino desnudo frente a mí luciendo su impecable piel y su perfecto cuerpo, se formo una media sonrisa en su rostro cuando vio que me había dejado hipnotizado y se dejó caer de rodillas frente a mi haciéndose lugar entre mis piernas.

Con sus manos un poco temblorosa tomo mi pene que estaba semierecto, me pareció estimulante ver como poco a poco lo tomaba. Movía la piel del prepucio despacio como si temiera hacer algo malo. Desde arriba podía ver la completa concentración en su rostro y la inexperiencia de sus manos me llevo a tomar su mano para hacer que la apretara un poco más para mi disfrute.

Otra oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora