Capitulo 8: El picnic (2/2)

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—Me odias de veras, ¿no es cierto? —preguntó Agustín, y Khaterina se horrorizó al darse cuenta de quién era la persona a quien acababa de manchar de helado—Me refiero a que cargarse el helado de alguien es algo muy pero muy cruel.

Las mejillas de Khaterina se ruborizaron.

—No te había visto. De verdad—Empezó a limpiarle la remera más frenéticamente, como si por frotar más fuerte pudiera quitar la mancha.

—Oh, ahora entiendo tu plan, y es mucho más depravado de lo que pensaba—
dijo Khaterina con una sonrisa—Estabas buscando una excusa para toquetearme.

—¡En absoluto!—Khaterina dejó al instante de frotar y dio un paso atrás.

—Me alegro. Porque primero tendrías que pagarme una cena.

—Yo sólo… —Khaterina señaló su remera y dijo con un suspiro—Lo siento.

—Me has llenado de chocolate. ¿Por qué no te disculpas mientras buscamos unas
servilletas? —sugirió Agustin.

Khaterina fue con él hasta el puesto más cercano, donde encontraron un paquete de
servilletas. Khaterina tomó un puñado y fue hasta una fuente, Agustín la siguió.

—Lo siento —volvió a decir Khaterina y mojó las servilletas en el agua para limpiar
la remera de Agustín.

—No hace falta que te sigas disculpando. Ya sé que ha sido un accidente.

—Lo sé, pero… —Khaterina sacudió la cabeza—No te di las gracias como
corresponde por ayudar a mi hermana el otro día y después voy y te ataco con tu
propio helado.

—Eso es verdad. Eres un peligro público y habría que detenerte.

—Sé que me estás tomando el pelo, pero de verdad que me siento apenada.

—No, lo digo muy en serio. Debería denunciarte por depravada —dijo Agustín con una expresión muy seria, aludiendo a lo que ella le había dicho el día anterior.

—Ahora me estás haciendo sentir peor—Khaterina bajó la mirada al suelo e hizo
una bola con la servilleta mojada.

—Ése es mi plan—dijo Agustin—Me gusta hacer que las chicas atractivas se
sientan culpables para que acepten salir conmigo.

—Vaya, muy bonito—Khaterina lo miró entrecerrando los ojos, sin saber si estaba
bromeando o no.

—Eso es lo que me dicen todas. —Agustin le sonrió con picardía y sus ojos de color avellana brillaron.

—Sí, seguro —dijo ella con escepticismo.

—Lo que sí es cierto es que me debes un helado, ¿sabes?—Oh, sí, por supuesto.

—Khaterina empezó a buscar en su bolsillo—¿Cuánto cuesta? Te puedo dar el dinero.

—No, no—Agustin hizo un gesto con la mano, deteniéndola, justo cuando ella
sacaba unos dólares arrugados—No quiero tu dinero. Quiero tomar un helado
contigo.

—Yo, eh… —Khaterina buscó torpemente una excusa para rechazar la propuesta.

—Ya veo cómo son las cosas—Los ojos de Agustín mostraron decepción, pero los bajó antes de que Khaterina pudiera estar segura. Sin embargo, su sonrisa desapareció, y metió las manos en los bolsillos.

—No, no, no es que no quiera —se apresuró a decir Khaterina, y ella misma se
sorprendió al darse cuenta de que lo decía en serio.

—Mi amiga está por ahí en alguna parte, esperándome —siguió explicándole
Khaterina y señaló hacia la multitud, donde Marcy debía de estar comiendo helado—Iba detrás de ella cuando choqué contigo. Ni siquiera sabe dónde estoy… así que
debería ir a buscarla.

ᴄᴀɴᴄɪÓɴ ᴅᴇ ᴍᴀʀ. #1 (ʀᴜɢɢᴀʀᴏʟ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora