Capitulo 17: La gaviota sucia. (1/2)

80 6 1
                                    

MARATÓN: 4/5

Khaterina se mordió el labio y miró hacia La gaviota sucia. Con la bolsa del almuerzo
de su padre arrugada entre las manos, hacía veinte minutos que daba vueltas por el
muelle ante el yate de Agustín, y no sabía qué hacer.

El yate no tenía exactamente una puerta de entrada a la que pudiera llamar, y le
parecía demasiado exagerado llamarlo a gritos desde mitad del muelle. Khaterina pensó que quizá podría trepar al yate, pero le parecía demasiado atrevido.

—¿Es así como queda el tema entonces? —preguntó Agustín en cuanto Khaterina
comenzó a alejarse.

—¿Qué? —Khaterina se paró en seco y dio media vuelta hacia el yate, pero no vio a
Agustín. Se volvió pensando que debía de estar en el muelle, pero no lo vio por
ninguna parte. Confundida, se volvió de nuevo hacia el yate—¿Agustín?

—Khat —Agustin salió de debajo del sombrío umbral de la cabina y subió a
cubierta—. Llevo rato observándote, y después de tanto debatirte, ¿te vas así como si nada?

—Yo… —Khaterina se ruborizó de vergüenza al darse cuenta de que Agustín debía
de haber estado esperando justo bajo el dintel de la puerta, desde donde podía
observarla sin que ella lo viera—Si me viste, ¿por qué no me llamaste?

—Era demasiado divertido verte ir y venir—respondió Agustín con una amplia
sonrisa burlona, inclinándose sobre la barandilla y con los ojos fijos en ella—Eras
como un muñequito de cuerda.

—Ya nadie tiene muñecos de cuerda —le contestó Khaterina sin mucha convicción.

—Bueno, ¿qué te trae por aquí entonces? —Agustin apoyó el mentón sobre su
mano.

—Le llevaba el almuerzo a mi padre. —Extendió el brazo con la bolsa de papel
arrugado.

—Sí, ya veo. Espero que tu padre no tenga ahí nada que realmente quiera, porque
a estas alturas se debe de parecer más a comida para bebés que a otra cosa.

—Oh. —Khaterina bajó la vista hacia la bolsa y suspiró—No creo que le importe. Es capaz de comerse cualquier cosa.

—O tal vez se haya comprado algo en el puerto —sugirió Agustín—Hay un
puesto de salchichas justo enfrente de los barcos. Puede comer ahí por menos de tres
dólares cada vez que se olvida el almuerzo.

—Hizo una pausa e inclinó la cabeza—Pero eso ya lo sabías, ¿verdad?

—Tres dólares aquí, tres dólares allá terminan sumando bastante, sobre todo con
lo seguido que se lo olvida —explicó Khaterina.

—Sin mencionar que entonces no me verías.

—Yo no… —comenzó a decir Khaterina, pero luego se interrumpió, ya que era obvio que ese día lo estaba buscando—No es por eso. Realmente le traigo el almuerzo para ahorrar dinero. De acuerdo, hoy, esta única vez, esperaba cruzarme contigo. ¿Acaso es tan terrible?

—No, no es para nada terrible. —Agustin se incorporó y le hizo un gesto para que
se acercara—¿Quieres subir a charlar?

—¿A tu yate? —preguntó Khaterina.

—Sí, a mi yate. Me parece mucho más cortés que estar hablándote desde cubierta,
¿no crees?

—Dale, vamos. —Agustin se apoyó en la barandilla y le tendió la mano.

—¿No tienes una escalerilla o algo por el estilo? —preguntó Khaterina, mirando su
mano extendida pero sin atreverse a tomarla.

—Sí, pero así es más rápido. —Le hizo un gesto con la mano para que subiera—Agárrala y sube.

ᴄᴀɴᴄɪÓɴ ᴅᴇ ᴍᴀʀ. #1 (ʀᴜɢɢᴀʀᴏʟ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora