—¿Es el reservado donde nos conocimos? —curioseé intentando contener una sonrisa—. ¿Ese que parecía sacado de hace dos siglos, robado de algún palacio francés venido a menos?
Matt alzó una comisura, pero se giró hacia los otros dos.
—Es un lugar tranquilo para charlar. Nada inapropiado —aseguró.
Tardé un instante en comprender sus palabras. Seguramente al pedir un reservado en aquel lugar, se estaban imaginando habitaciones con cadenas y látigos, como yo la primera vez allí. O quizás, no. Tal vez solo yo esperaba que los reservados fueran el decorado de una película pornográfica de BDSM. Pero Matt tuvo la cortesía de aclararlo igualmente.
Di Fiore asintió con la cabeza, aparentemente satisfecho con la decisión de mover la fiesta a otro lugar. Pero Honeycutt... Ella no parecía estar escuchando. Su atención estaba fija en el otro extremo de la barra.
Seguí su mirada para encontrarme con que Eric se había apoyado en la barra junto a Spencer y, por su sonrisa de lobo, diría que había encontrado a su presa. Ella estaba de espaldas a nosotros, hablando con él, así que no podía estar segura de si la abogada estaba cómoda o no con su seducción; pero viendo cómo se había enfrentado a Matt no creía que tuviera problemas con su hermano.
De hecho, me quedé mirándoles yo también, esperando en secreto que sacara su carácter a relucir con ese capullo y le bajara los humos. Eso haría mi noche redonda, sin lugar a dudas.
Pero el insufrible mago era bueno en lo suyo. No la miraba como un baboso, sino que sonreía coqueto y parecía no dudar en cada palabra que decía, sintiéndose muy cómodo en su piel y en la situación. Y, para mi sorpresa, no tardó en girarse hacia otro de los camareros igual que había hecho su hermano. Apenas unos segundos después se apartaba de la barra y le ofrecía el brazo a la bruja para guiarla. Que, si bien rechazó el gesto, le siguió sin ápice de duda o vergüenza hacia los reservados.
—¿Spencer se va con ese hombre tan... grande?
Miré sorprendida a la rubia. ¿Tenía prejuicios con Eric? Quizás era racista... y si era así, era un dato relevante. Uno de los acusados era negro, tal vez había dado por hecho su culpabilidad por esa razón.
Quizás era hora de recordar que yo no era una heroína. Yo era una justiciera, como Daredevil o Deadpool. Foxygirl debía ayudar a Henry a demostrar su inocencia. Si podía demostrar que la acusación hacia el otro chico era por una cuestión racial, tal vez también podría usarse para desmontar la de Henry, quitándole credibilidad a ella.
—La verdad es que intimida verlos juntos. Es como... ¿el triple que ella? —exageré tratando de darle pie a seguir hablando al sentirse respaldada.
Era cierto que Spencer necesitaba esos tacones para llegar al metro sesenta y que Eric medía unos dos metros; pero, por mal que me cayera, no creía que fuera peligroso. Y la abogada no parecía en absoluto intimidada por él. Lo cual reforzaba la idea de que Honeycutt estaba siendo racista.
Necesitaba pensar que la rubia estaba también haciendo algo mal para no sentirme tan miserable por actuar contra ella.
—Creo que me preocupa más él —bromeó el italiano—. Spencer tiene pinta de disfrutar torturando a un hombre.
—Si es así, van a tener un momento muy incómodo en el reservado —apuntó Matt, aparentemente divertido con la posibilidad.
Se me dibujó una sonrisa visualizando la escena. No conocía bien a la abogada, pero seguro que Eric pondría una cara digna de enmarcar cuando fuera a abalanzarse sobre ella y ella intentara lo mismo con él.
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Palabra de Bruja Farsante
Romance«Cuando se está enamorado, comienza uno por engañarse a sí mismo y acaba por engañar a los demás» Oscar Wilde. ~ Palabra de Bruja #2 ~ Nicole odia a los magos. A todos, excepto a uno. Henry Clearwater. Su Henry. El único mago bueno, su vecino, su...