Capítulo 14: El ritual

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Dejé pasar unos días. Creía que todo se asentaría, que volvería a lo de antes. Me quitaría de la cabeza lo de Sophie y Matthew y, de alguna forma, él volvería al tan deseable como irritante tira y afloja conmigo.

Pero esa vocecita en mi cabeza que decía que había algo entre ellos dos no se acallaba y se regodeaba en hacerme saber que ella era la razón por la que Matthew me rechazaba una y otra vez. Yo no era suficiente para él. Yo no era una bruja. Además, seguro que ella era su billete de vuelta a la "clase alta". La familia que le había rechazado puede que volviera a abrirle sus puertas si volvía de la mano de una bruja "de pedigrí" como lo era Sophie. Y sino, siempre le quedaría la que ganaría por la parte de ella.

Trataba de decirme que él no era así, que eran imaginaciones mías... Pero la realidad no acompañaba.

Aquella mañana, Sophie sacó de su bolso una botella de cristal llena de leche, como la que antiguamente habría traído un lechero a tu casa. La dejó sobre su escritorio, pero no hizo ademán de beber de ella en ningún momento.

Matthew salió a media mañana de su despacho con una igual y se la tendió a Sophie. Ella le sonrió y le dio la suya a cambio, como si intercambiaran cromos.

—Su bendición traiga salud para ti y para los tuyos —le dijo él con una sonrisa que no le conocía.

—Salud y bendiciones para ti también —contestó ella.

Miré a Joss esperando... algo. Una broma, una explicación... Una mirada confusa como la mía, al menos. Pero Joss siguió trabajando, más profesional de lo que le había visto nunca.

Matthew volvió a su despacho con esa extraña sonrisa en sus labios y la botella de leche intercambiada, y mis ojos se clavaron en Sophie, que continuó con su trabajo animada. ¿De qué iba todo eso?

Irritada por sentirme excluida, decidí mover ficha. Puede que la mayoría de la gente se achante ante los celos o un poco de competencia, pero yo no iba a quedarme mirando sin hacer nada. Ese no era mi estilo.

Cuando Joss y Sophie salieron para comer aproveché que, al igual que la mayoría de los días, el fiscal se iba a quedar a comer en la oficina, y fui a buscar un café para él. Antes de entrar a su despacho, solté un botón de mi blusa y me subí un poco más arriba la falda. Había que ir a por todas.

Llamé a la puerta, pero abrí antes de recibir respuesta sabiendo que estaba solo. Matthew tenía toda su atención en los papeles que tenía delante, así que no me dirigió ni una mísera mirada hasta que dejé el café junto a él, con cuidado de no pisar ninguno de los documentos.

Sus ojos vagaron del café hasta mí, antes de volver al trabajo.

—No era necesario, pero gracias.

Forcé la sonrisa a mantenerse en mis labios. Ya sabía que no me lo pondría fácil, así que iba preparada.

—He pensado que era lo suyo. Parece que hoy la cosa va de darse... bebida, ¿no?

En el último minuto opté por la versión para todos los públicos de esa frase. Ser demasiado agresiva no funcionaría con él.

Aun así, Matthew suspiró con paciencia, adelantando que no estaba ni cerca de mi objetivo.

—Te lo dije, Nicole: no va a suceder.

—Lo dijiste... Pero, si no me falla la memoria, yo no dije que estuviera de acuerdo —repliqué con ligereza.

Sabía que me estaba pasando de la raya, pero no reculé. Ni siquiera cuando clavó su negra mirada en mí con autoridad.

—Me gustas, Matthew —le solté sin miramientos. Lo había dicho ebria, merecía oírlo cuando estaba en pleno uso de mis facultades. Repetirlo había sido más fácil de lo que había pensado que sería.

Palabra de Bruja FarsanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora