― 28. Día 6.

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CAPITULO 28

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|| Eva Ross ||

En mi mente solo repito la decisión que elegí, trato de pensar con la mente fría, toda la noche pensando que fue lo mejor que pude haber elegido. Pero también pensando en la posibilidad de tomar la otra opción.

Cierro los ojos y me lo niego rotundamente, he elegido el camino que quiero tomar. No me arrepentiré y seguiré adelante hasta lograrlo.

Tomo la pistola en mi mano izquierda, ya que con esa la siento más cómoda, y aún acostada sobre la manta dentro de la carpa me apunto con ella.

Siento un escalofrío cuando la punta fría toca mi sien, mi dedo índice aún no está sobre el gatillo, mi respiración se empieza a tornar rápida.

Trato de tranquilizarme para no arrepentirme.

― Lo siento tanto, Travis ― susurro mientras acomodo mi dedo índice sobre el gatillo.

No logro hacer ningún movimiento porque fuera de la carpa escucho pasos. Pero no pasos que se arrastran ni pasos lentos, suenan pasos decididos.

Abro rápidamente mis ojos y alejo la pistola de mi sien, me levanto y salgo de la carpa, solo para darme cuenta de que el sol ha salido y ahora alumbra directamente a la tumba que cavé ayer.

Los rayos del sol me encandilan un poco, trato de taparme la luz con las manos, pero me es imposible saber quién ha hecho el ruido de pasos.

Solo logro ver entre los árboles un cuerpo, un poco erguido, me acerco para tratar de descubrir quién es.

― ¿¡Travis!? ― yo tontamente grité pensando en que es Travis quien está fuera.

Cuando estoy a pocos pasos del cuerpo, me puedo dar cuenta perfectamente de que se trata de un caminante, camina más erguido de lo normal puesto que acaba de ser convertido, tal vez un día o dos.

Mientras él se acerca, yo solo niego con la cabeza y retrocedo, ya no se me acelera el corazón, pero tampoco me quedo paralizada, mis ojos ya no muestran terror, solo decepción de que no haya sido la persona que quería ver.

Yo le doy la espalda y entro rápidamente a la carpa, pensando que estaré a salvo ahí.

Cuando trato de cerrar la entrada, el caminante muerde el hule que se encuentra entre mis dos manos, así que puedo verlo claramente a los ojos, más de cerca que cualquier otro día.

Después de eso el caminante se abalanza hacia dentro de la carpa para tratar de morderme, yo retrocedo lo más que puedo, lo veo arrastrarse hacia mí y yo choco con el otro extremo de la carpa.

Virus Mortal ►Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora