― 36. Stinivia. 𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝑜 𝒻𝒾𝓃𝒶𝓁

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CAPITULO 36

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S t i n i v i a
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|| Eva Ross ||

Mi vista viaja por las casas, detrás de mi está Lydia y su madre encogida en un rincón de la pequeña casa. Antes de que me asignaran llevarlas con cuidado hacia uno de los autos me cambie con la misma ropa con la que llegamos, aun me sentía incomoda con la mancha de sangre, pero tenía que ser fuerte por el grupo.

Me habían asignado una tarea y era claro que lo iba a cumplir.

El sol estaba saliendo, algunos rayos de luz entran por la ventana, pero mi vista está centrada en el refugio de Carl, a él llegaría la señal de Alicia para que viniera por nosotras para llevarnos a la camioneta asignada e irnos de esa comunidad.

― Gracias por lo que están haciendo por nosotras ― la voz delicada de Lydia me hace que la vea. Parece arrepentida.

― No es nada... a Rick le gusta ayudar a las personas... él no se merece todo lo que le pasa.

― Nadie lo merece... de verdad, quiero agradecerte, pero... no creo que sea necesario tanto esfuerzo.

― ¿De qué hablas?

― No... nada.

Mi vista, ahora confundida vuelve a la ventana, veo un poco del sombrero de Carl, y un brazo, noto cómo está tomando un arma más grande. Tal vez la robaron del almacén de Stinivia.

Su mirada está concentrada, lo puedo ver de perfil, y cada segundo que paso viéndolo me parece aún más atractivo.

Esa nariz respingada, los ojos azules más bonitos que he visto, su altura si bien no es relevante para mí, es tan notorio que ha crecido en este tiempo, adelgazó, pero aún mantiene esa apariencia sana, puedo notar como los músculos de su brazo se contraen un poco, puede que sea por los nervios; me es imposible no pensar en esas veces en las que me abrazó y todo a mi alrededor se desvaneció.

Ya no puedo ni sentir el cosquilleo de sus labios, no como los días posteriores a cuando lo besé. Sus ojos viajan por todo el perímetro, cuando se posan en mí, me da una sonrisa cansada y quita su mirada de mí. Sé que él no me ama, no como a Avery, pero eso no me impedía emocionarme por esa pequeña mirada sin sentido.

― Te gusta ― la voz de Lydia es de afirmación, la veo con confusión, trato de inventar una excusa estúpida, pero no encuentro alguna. Termino por ceder ante su mirada emocionada.

― ¿Tanto se nota?

― Tu mirada te delata, ― me admite, no puedo dejar de pensar en si acaso él se habrá dado cuenta, Lydia parece leer mis pensamientos porque habla ― pero descuida, él es demasiado idiota para notarlo.

Virus Mortal ►Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora