Suspiró cuando, al entrar en su habitación tras volver de la universidad, se fijó en que sus cosas volvían a estar revueltas, en vez de colocadas y ordenadas como a ella le gustaba. Se descolgó la mochila de la espalda y la dejó sobre su escritorio, mirando luego reprobatoriamente para el techo, con una graciosa mueca en sus labios fruncidos.
―Sé que estás ahí, Naruto-kun. ¿Qué te he dicho de andar jugando con mis cosas?―Un resoplido que hizo eco en las cuatro paredes de la habitación la hizo poner los brazos en jarras―. No me hagas lanzarte un sello sagrado de los de mamá. ―Segundos después, encima de ella empezó a perfilarse la silueta translúcida de un chico, flotando junto al techo y mirándola con el mismo ceño fruncido que ella tenía.
-¿Qué? Me aburro cuando no estás, Hinata'ttebayo. ―La muchacha suspiró y meneó la cabeza.
―Eres imposible... ―Se giró, abriendo su mochila y sacando los apuntes que había tomado ese día en clase.
―¿Qué lecciones tuviste hoy?―Hinata suspiró nuevamente.
―Hoy tuve historia europea, geopolítica, arte y cultura del siglo xx y dos horas de inglés. ―Escuchó otro resoplido proveniente de su inusual compañero de cuarto, que ahora flotaba cabeza abajo tras ella mientras sentía cómo intentaba jugar con los largos mechones negro azulados de su cabello. Cansado de intentar tocarlos con sus dedos, empezó a moverlos mediante sus inusuales poderes telequinéticos.
Aquello la hizo sonreír y recordar el momento exacto en el que se habían conocido. Hinata pertenecía a una familia cuyos miembros ostentaban poderes espirituales. Durante generaciones, habían utilizado aquellos poderes para alejar a los malos espíritus, expulsar a malvados demonios de las poblaciones humanas o exorcizar a almas atormentadas que no habían logrado cruzar al más allá. Se suponía que el fantasma que tenía detrás era una de aquellas almas atormentadas, atrapado en este mundo por algún asunto pendiente. Hinata se había topado con él cuando sus padres y ella se mudaron al templo tras la muerte de uno de los ancianos de la familia. El lugar no podía quedar al cuidado de cualquiera, así que su padre había sido asignado como guardián de aquel sitio. El primer día que Hinata puso un pie en la que iba a ser su nueva habitación se llevó un susto de muerte cuando, de repente, la caja que llevaba en las manos y que albergaba parte de sus pertenencias salió volando de sus pequeñas manos para ir a estamparse contra la pared.
Había chillado y se había echado a llorar, llamando a sus padres. El causante de tremendo susto se materializó entonces frente a ella, con el pánico reflejado en su rostro. Había visto como aquellos humanos iban a tomar posesión del único hogar que había conocido, tanto en vida como ahora en la muerte, y había decidido echarlos.
Claro que no se esperó que la primera en entrar fuese una adorable niña de cuatro años, con ojos como lunas brillantes y preciosas que lo hipnotizaron desde el primer segundo en que sus miradas se cruzaron: la de él sorprendido y asustado, la de ella temerosa y desconfiada.
Con una sonrisa, recordó que Naruto había hecho de todo para calmar sus lloros, aterrorizado de que alguien lo descubriera y lo exorcizara. El anterior guardián del templo nunca lo había intentado, a pesar de saber de su existencia, quizás porque su presencia, aunque fantasmal, lo reconfortaba de alguna manera, puesto que el buen sacerdote no tenía familia propia y estaba más solo que la una.
Le había hecho una promesa, una especie de trato que, a oídos de una crédula niña de apenas cuatro años de vida había sonado maravilloso: él espantaría a los monstruos que habitaban en los armarios y bajo la cama y ella, a cambio, no revelaría a nadie su existencia. Naruto sabía esconder su presencia, llevaba años practicando y se enorgullecía de ello. Así, con el tiempo, habían forjado una amistad. Bueno, para él era amistad, para ella...
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Simply Love
FanfictionReconocer el amor es sencillo, tan simple como respirar. No importa el cómo y el cuándo, solo que, un día, te despiertas sabiéndote lleno de ese hermoso sentimiento, una persona nueva. Más completa. Especialmente cuando tienes la fortuna de que ese...