Día 30: ¡acción!

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Se bajó de la limusina con la gorra y las gafas de sol puestas. Se quitó ambos complementos nada más bajar del vehículo. Ya estaba en los estudios de televisión, por lo que ya no le era necesario esconderse. Atravesó varios platós hasta llegar al suyo, el número siete.

―Buenos días, señor Namikaze.

―Buenos días.

―¡Buenos días, Naruto!―Él cabeceó.

―Buenos días. ―Se encaminó hacia los camerinos para cambiarse. Su asistente vino a buscarlo a los diez minutos.

―Bien, ya estás aquí. El director está que trina porque al parecer se ha preparado el decorado erróneo. ―Naruto suspiró, mientras se enfundaba en unos pantalones naranja, unas sandalias negras y una camiseta blanca de manga corta. Cogió la cinta para la frente y la chaqueta negra y salió directo hacia maquillaje.

―¡Buenos días, Naruto!―Correspondió a la enorme sonrisa de Matsuri, una de las maquilladoras y novia de Gaara, uno de sus mejores amigos y compañeros de reparto esporádicos.

―Buenos días, Matsuri. ―Se sentó en uno de los sillones y se recostó―. Déjame guapo, ¿vale?―Matsuri rio mientras cogía sus herramientas de maquillaje.

―¿Más aún?―Naruto esbozó una ancha sonrisa.

―Tú sí que me entiendes'ttebayo. ―Cerró los ojos y Matsuri empezó a aplicar la base sobre su bronceada piel.

―¿Qué tal Gaara?―Matsuri resopló.

―Lo han retenido más tiempo en el desierto de quién-sabe-dónde por el anuncio ese de la colonia. La marca quiere que queda más que perfecto. ―Naruto rio.

―Sé lo que es eso'ttebayo.

―A veces me gustaría que siguiera saliendo más en la serie―suspiró―, así al menos lo vería todos los días... ¡Oye! ¿Cómo está Hinata?―Naruto borró su sonrisa en el acto.

―Bien. Hoy tenía una sesión de fotos―gruñó. Matsuri se puso seria.

―¿Con el señor Ōtsutsuki?

―Llámalo mejor idiota.

―Lo recordaré para cuando lo vea. ―Naruto sonrió. Hablar con Matsuri siempre lo ponía de buen humor.

―He terminado. ―Naruto se levantó y una de las chicas de vestuario, que llevaba unos minutos esperando, se acercó para vendarle el brazo derecho hasta casi el hombro―. Eh, no te preocupes y dale mis recuerdos a tu chica cuando la veas. Se la echa de menos un montón por aquí. ―Naruto asintió.

―Se lo diré.

―¡Naruto, un minuto y a escena!―le gritó el director.

―¡Voy!―Se puso la chaqueta abrochándosela hasta arriba y dejó que le engancharan unos bolsitos en la cintura de los pantalones, en la espalda. Una vez perfectamente ataviado como el protagonista de la serie de ninjas más famosa de la última década, se encaminó hacia el plató dónde iban a rodar una de las escenas finales de la película que supuestamente iba a dar carpetazo a aquella serie.

Su compañera de escena, Sakura Haruno, ya estaba parada en mitad del decorado, perfectamente ataviada. Tuvo que respirar hondo e intentar así tomar el valor necesario para hacer su trabajo.

Porque en eso consistía su trabajo...

Hizo una mueca al recordar la discusión que había tenido aquella mañana con su novia, en la casa que ambos compartían desde hacía un año. Todos decían que habían ido demasiado rápido en eso de mudarse juntos―tan solo llevaban seis meses saliendo cuando él se lo propuso―pero había sido la mejor decisión que podían haber tomado. El vivir juntos les proporcionaba la conexión y la intimidad que ambos necesitaban sentir a causa de sus extenuantes y volátiles empleos.

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