Simply Love

Día 4: Desmaius

―N-no deberíamos estar aquí.

―¡Sssssssh! ¡Si nos ayudaras a buscar en vez de estar ahí quieta como una tonta acabaríamos antes!

―¡Robar ingredientes del aula de pociones es una infracción grave, Ino-cerda! ¡Cómo nos pillen no solo nos quitarán puntos, sino que aún encima nos castigarán! Hinata tiene razón: no deberíamos haber venido. Ni sé por qué te hice caso... ―La increpada, una rubia de ojos azules ataviada en un pijama de dos piezas de pantalón corto y camiseta de tiras, resopló, mientras seguía rebuscando entre los estantes que estaban contra la pared.

―¡Tú quieres lo mismo que yo, frentona, así que no te hagas ahora la niña buena!

―¡Prefiero ser la niña buena a la loca del curso!

―Oh, claro, porque seguro que así Sasuke se fijará en ti―se burló la rubia, que subió su varita un poco más para mirar en las estanterías más altas―. ¡Necesito un poco más de luz, no veo nada! En serio, ¿cómo demonios encuentra nada el profesor Orochimaru entre tanto desorden?―Hinata, viendo que la discusión entre sus amigas no iba a cesar, decidió acercarse y acabar cuanto antes con aquella bochornosa situación. Levantó su varita hasta ponerla a la par de la de Ino y musitó un hechizo de luz.

―Lumos.

―Ah, esto está mejor...

―Un filtro de amor no te servirá de nada, Ino. Sabes que el efecto será tan solo pasajero, ¿verdad? Y falso. ―Ino volvió a bufar.

―No hago esto solo por mí, Sakura. También lo hago por Hinata. ¿No quieres acaso sentir aunque sea una vez cómo sería tener a Naruto totalmente colgado por ti?―Hinata enrojeció y bajó la cabeza, incapaz de contestar a la pregunta de su amiga.

Sakura soltó un suspiro y se puso al otro lado de Ino, iluminando la parte de la estantería que aún estaba a oscuras.

―Cómo los prefectos nos pillen, cerda, te juro por Dios que huyo, me llevo a Hinata, y cargas tú sola con el muerto.

―Ya, ya, ahora iluminadme la parte de arriba, venga... ―Tras varios minutos más de búsqueda, Ino sonrió triunfante, cuando encontró el último ingrediente que le faltaba para llevar a cabo sus propósitos.

―¡Listo!

―¡Aleluya! Vamos, no quiero estar más tiempo en las mazmorras. Me dan escalofríos... ―Apagaron sus varitas y volvieron sobre sus pasos, desandando el recorrido que habían hecho esa noche al salir de su cómodo cuarto en la casa de Gryffindor.

Tuvieron un pequeño inconveniente cuando tuvieron que despertar a la Señora Gorda y esta se cogió un berrinche, pero Hinata, con su paciencia y dulzura natural, logró persuadirla para que las dejara pasar, acuciada por el temor de que las pillaran cuando ya estaban tan cerca de dejar atrás esa horrible noche.

Cuando se vio metida de nuevo en su calentita cama, con las respiraciones ya pausadas y tranquilas de sus compañeras, se juró no volver a hacerle caso a Ino nunca más.

―Necesito comida... ―Sasuke Uchiha dejó de leer un momento sus apuntes, para asegurarse de que no se le había escapado nada de la última clase―Historia de la Magia con el profesor Iruka―y se volvió a mirar a su mejor amigo y compañero de casa, Naruto Uzumaki, cuyo cuerpo se encontraba tirado, literalmente, sobre una de las mesas del Gran Comedor.

―Acabas de comerte tres trozos de pastel de calabaza―puntualizó Sasuke―. Como sigas comiendo así acabarás por no caber por las puertas.

―¡Cállate, teme! ¡Eso fue antes de la clase del profesor Iruka! ¡Necesito gasolina! ¡Y además aún estoy en edad de crecimiento!―Sasuke alzó la otra ceja y decidió ignorar a su mejor amigo para volver a sus apuntes―. Oye... mañana es sábado... ¿Crees que Sakura querrá venir conmigo a Hogsmeade?―Sasuke no se inmutó por la pregunta.