Día 12: feliz aniversario

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Shikamaru miró de reojo para el reloj que pendía de una de las paredes del despacho del Hokage y suspiró, volviendo a centrar la vista en Naruto. Su amigo rubio parecía sumamente concentrado en leer y en revisar unos papeles. Volvió a suspirar, rascándose la cabeza. ¿Debería decirle? No parecía que el muy idiota se hubiera acordado y, aunque fuera demasiado problemático recordárselo, se dijo que, siendo su amigo, debería de hacerlo.

Todo fuera porque los días siguiente no le anduviera lloriqueando y deprimido, dejando de lado sus deberes y por consiguiente cargándolo a él con todavía más trabajo. Se aclaró la garganta.

―Naruto―llamó. El aludido levantó la cabeza y lo miró. Frunció el ceño al ver la expresión seria en el rostro de su mano derecha.

―¿Sucede algo, Shikamaru?―El Nara se rascó la cabeza y suspiró. Naruto alzó las cejas, esperando.

―Hoy... ¿sabes qué día es hoy?―Vale, se sintió estúpido al decirlo ¿Quién era? ¿Una mujer?―. Recuerda, Shikamaru. Todo sea por la paz de la aldea y la tuya propia. ―Naruto juntó las cejas en un perfecto ceño fruncido, de nuevo. Hizo memoria ¿tal vez tenía alguna cuestión urgente pendiente? Le vino a la mente la advertencia que le había hecho su hijo, Bolt, aquella mañana, antes de salir de casa.

Más vale que hoy te portes bien, papá.

Él había asentido, algo confuso. ¿Acaso se perdía de algo?

―Hoy es... ¿viernes?―Shikamaru se palmeó la cara. ¿Cómo podía ser tan despistado? Hinata era una santa. A estas alturas, nadie sabía cómo lo aguantaba. Se acercó a él, tomó el pequeño calendario que había encima del escritorio y lo puso ante el rubio, señalando la fecha de hoy.

―Hoy es 23, Naruto. 23 de marzo. ¿Te suena?―Naruto se lo quedó mirando un segundo, luego desvió la vista al calendario, fijando la vista en el dedo que Shikamaru tenía sobre el día de hoy.

Día 23. 23 de marzo. 23 del tres...

¡PUTA MIERDA!

Saltó de la silla como un resorte, con los ojos abiertos como platos. Shikamaru pareció aliviado al ver que al fin había recordado. No era tan tonto después de todo.

―Aplícate si quieres salir temprano. Y yo que tú me apresuraba a hacer algo. Las mujeres son problemáticas con esto de las fechas. ―Naruto tragó saliva, sintiendo un nudo apretarle el estómago.

Ahora comprendía aquella frase que su hijo le había soltado al salir de casa aquella mañana. El raro comportamiento de Hinata por la mañana, mirándolo a cada segundo, como a la expectativa.

Era el imbécil más grande del mundo.

¡¿CÓMO COJONES HABÍA PODIDO OLVIDAR SU ANIVERSARIO DE BODAS?!

Bueno, no es como si fuera la primera vez pero...

No, Naruto, céntrate. A ver, es tarde pero algo podrás hacer... ―Asintió, decidido. Creó varios clones y los mandó a cada uno con una tarea en específico, mientras leía, sellaba y escribía informes como poseso.

Solo esperaba que Hinata no lo matara con su byakugan si llegaba a percatarse de su despiste.



Hinata terminó de tender la ropa y suspiró, recogiendo la cesta del suelo. No pudo evitar sentirse algo decepcionada cuando aquella mañana su marido se fue sin decirle nada. No es como si fuera la primera vez que aquello pasaba, es decir, Naruto era capaz de olvidarse hasta de su cumpleaños, ya le había pasado alguna que otra vez. Era un desastre para recordar cosas y ella lo amaba así, con sus defectos y todo, aunque fuera el despiste personificado.

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