Estaba concentrado, poniendo toda su alma en lo que tenía entre manos. Movió los dedos sutilmente, no pudiendo pasarse más de la cuenta porque si no todo su trabajo se iría al garete. Solo le quedaba esa última pieza, ese último movimiento...
―¡NARUTO!―Abrió los ojos como platos y vio cómo, en la pantalla que tenía ante sí, la estatua que había intentado mover durante la última hora se desviaba de su rumbo. La puerta de su habitación se abrió y la figura de su madre apareció en el umbral, con los brazos en jarras y el ceño fruncido―¡Te he llamado para cenar como unas diez veces! ¡¿Se puede saber qué estabas haciendo'ttebane?!―Los ojos azules de su hijo la miraron, airados.
―¡Acabas de fastidiarme la partida'dattebayo!―Kushina alzó una ceja.
―¿Videojuegos? ¡¿Por eso has ignorado a tu adorada madre?!
―¡Estoy de vacaciones! ¡Y además llevaba toda la tarde intentando-
―¡Me importa un rábano'ttebane!
―¡AUCH! ¡¿Pero qué haces?! ¡¿Es que quieres dejarme tonto?!
―¡Dudo que pueda hacerte más lelo de lo que ya eres!
―¿Así es cómo tratas a tu único hijo?―Kushina fue a replicarle, pero la aparición de una tercera persona hizo que su oportunidad se cortara.
―¿Qué ocurre?
―¡Que te has casado con una loca, eso ocurre!―Minato Namikaze, padre y marido respectivamente de los dos seres humanos, se echó a reír.
―Pero es la loca a la que amo. ―Kushina se sonrojó y dejó que su esposo la abrazara―. Venga, Naruto. Puedes volver a intentarlo más tarde. Baja a cenar, vamos. ―Frunciendo el ceño, Naurto dejó el mando cuidadosamente sobre su cama y precedió a sus padres por las escaleras hacia la pequeña mesa que había en la cocina y que usaban cuando no tenían invitados.
Los dos integrantes del matrimonio suspiraron y vieron a su retoño sortear las escaleras de dos saltos, con su mente seguramente pensando en el próximo enigma de alguno de sus videojuegos favoritos.
―No me gusta que esté todo el día...
―Lo sé. Pero es bueno para él. Es lo único que lo tranquiliza y que le hace mantener la concentración durante un tiempo prolongado. Además, sus notas han mejorado considerablemente... y ha encontrado a una chica que le gusta, que le gusta de verdad. ―Kushina miró a su marido con una ceja alzada.
―¿Y tú cómo sabes eso?―Minato sonrió enigmáticamente.
―Tengo mis contactos―dijo él misteriosamente―. Venga, cenemos. ―Siguieron a Naruto escaleras abajo y se sentaron a la mesa con él―. Cuéntanos, ¿qué vas a hacer el fin de semana?―Naruto dejó de servirse una buena ración de ramen y se sonrojó automáticamente.
―Na-nada en especial. Bu-bueno, hay una... una convención de videojuegos en el centro comercial. Tenía pensado acercarme...
―¿Va a ir Hinata-chan?―El sonrojo de Naruto se acentuó y de pronto su comida le pareció lo más interesante del mundo.
―S-sí. Hemos quedado allí... ―Minato sonrió y le guiñó un ojo a su mujer, como diciendo "te lo dije".
Y es que Hinata Hyūga había sido el otro aliciente para que Naruto se tomase en serio sus estudios y su vida en general. Había dejado de frecuentar malas compañías, había subido sus notas y había conseguido hacer amigos, buenos amigos, gracias a la influencia de aquella paciente y cariñosa adolescente que había tomado valor para acercársele y ofrecerle su ayuda con los deberes y los exámenes.
Claro que al principio Naruto no había querido saber nada del tema, ¿para qué? Los profesores estaban ya convencidos de que era un inepto que no tenía salvación. Pero Hinata había sido insistente, negándose a rendirse y a dejar que el chico al que quería fracasase por culpa de su estúpido orgullo.
Y solo por eso, Minato y Kushina le estaban infinitamente agradecidos.
―¡Hinata, aquí!―La joven sintió que sus mejillas se colorearan y las manos comenzaron a temblarle.
Sonrió tímidamente al alto chico que se le acercaba, enfundado en un disfraz como de caballero antiguo, totalmente de color verde. Llevaba una peluca, orejas falsas puntiagudas y una espada y un escudo prendidos a la espalda.
―Ho-hola, Naruto-kun...
―¡Guau, estás genial!―Sintió cómo el calor de sus mejillas aumentaba.
―¿D-de verdad?―preguntó con timidez.
―¡Claro que sí'ttebayo! ¡Es igualito al de la protagonista!―Hinata sintió un leve orgullo llenarla―. Lo has hecho tú, ¿a que sí?
―S-sí. Fu-fue un poco difícil co-conseguir las telas, pe-pero... ―Naruto sonrió cariñosamente y le cogió las manos. Hinata sintió que la sangre se le subía a la cabeza.
―Gracias por acompañarme hoy'dattebayo. Papá y mamá no me habrían dejado venir si no era contigo... ¡pe-pero tampoco quería venir con nadie más! ¡Sakura-chan y el teme andan a lo suyo y por nada del mundo me gustaría estar de sujeta velas!―Hinata le sonrió y Naruto se sintió el héroe más poderoso de la tierra al ver aquellos labios que tanto le gustaban dedicarle tan hermoso gesto―. Bueno... ¿entramos? Ya tengo los tickets. ―Hinata asintió.
―Claro... no querrás perderte el concurso de cosplay.
―¡Por supuesto que no! ¡Esta vez ganaremos el primer premio seguro! ¡Vamos, Hina!―La abrazó contra él y sacó la espada de juguete que llevaba en la vaina a su espalda, levantándola en el aire con la punta hacia el cielo soleado―. ¡Por Hyrule, princesa!―Hinata soltó una risita y levantó su mano, poniendo su mano enguantada con tres triángulos dorados bordados en el mismo.
―Por Hyrule, héroe del valor. ―Naruto enrojeció y la miró una vez más.
Estaba preciosa, con las mejillas coloradas, la sonrisa en su rostro y vestida con ese traje tan bonito, digno de que solo la verdadera elegida de la sabiduría lo llevase.
Aunque, para él, Hinata era la chica más valiente de todas, aparte de sabia y poderosa. Porque solo con una mirada de sus bonitos ojos perlados era capaz de hacer que llevase a cabo cosas que hasta hacía muy poco creía imposibles para él.
Cosas como, por ejemplo, enamorarse y que alguien lo aceptase tal y como era.
Con ese pensamiento en mente, se inclinó y rozó sus labios con los de la fémina, que abrió los ojos como platos y se quedó allí plantada, sin saber cómo reaccionar.
Cuando se separaron, Naruto le sonrió, siendo ahora él el tímido.
―¿Vamos?―Hinata salió de su trance, viendo la mano que él le tendía.
Respiró hondo, controló el creciente temblor de su cuerpo y le tomó la mano, sintiendo cómo él entrelazaba sus dedos al momento con los suyos.
Así, cogidos de la mano, la pareja se adentró al recinto dónde, años más tarde, Naruto contaría a sus hijos que él y su madre habían tenido su primera cita.
Perdón por la tardanza. No estoy muy contenta con el resultado de hoy, pero no podía postergarlo más que sino se acababa oficialmente el día xD.
¡Gracias a todos los que me leéis, votáis y comentáis!
¡Nos leemos!
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Simply Love
FanfictionReconocer el amor es sencillo, tan simple como respirar. No importa el cómo y el cuándo, solo que, un día, te despiertas sabiéndote lleno de ese hermoso sentimiento, una persona nueva. Más completa. Especialmente cuando tienes la fortuna de que ese...