Capitulo 52 "Nos amamos"

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Apenas había logrado abrir la puerta cuando esta fue bruscamente cerrada, levante mi rostro y note una mano fuertemente apoyada en la madera evitando que me marchara o mejor dicho, que huyera, como planeaba hacerlo.

—Sabes, solo hablaste tú, pero no me diste tiempo de decirte un par de cosas— no podía verlo me mantuve dándole la espalda, no podía enfrentarme a su mirada helada.

—Peter...

—Tú solo pensaste en lo que tú querías y no te detuviste a pensar en que es lo que yo quería—no lograba entender sus palabras—tú quieres el divorcio...

—Es algo que habíamos acordado. Cuando pasara lo de Alejo podríamos...

—Sé lo que acordamos—no me permitió terminar de hablar—pero por si no te has dado cuenta esto aun no termina.

—Pero no falta mucho para que termine, y el final será el mismo.

— ¡Maldita sea!, es que no pensaste que tal vez yo no querría el divorcio—me gire con cautela, su cuerpo estaba rígido detrás de mí, me sentía acorralada, bueno en realidad lo estaba, no tenia salida. Me detuve para mirarlo con detenimiento y me sorprendió ver al hombre que estaba delante de mí, su aspecto impecable había desaparecido, en su lugar delante de mí estaba la imagen de un hombre vulnerable y absolutamente sexy. Sus manos ahora en sus bolsillos y el cabello mas alborotado que de costumbre, eso solo me indicaba que había estado pasando sus manos, por esa mata de cabello castaño, sedoso y de una suavidad increíble, una insipiente barba de un par de días ensombrecía su quijada, algo extraño en el que cuidaba que su aspecto siempre fuera pulcro, su camisa de manga larga estaba enrollada hasta sus codos, los primeros botones de su camisa abiertos dejando una parte visible de su blanca piel y un poco de el vello su pecho, la corbata sobresalía de uno de los bolsillos del pantalón, este hombre no se parecía en nada al hombre con el que me había casado, ¿Qué le había sucedido?.

—Pero...—su mirada era aun más fría

— ¡NO!, escuchaste, no planeo dejarte ir—se acerco un poco más a mi

—Tienes que hacerlo—retrocedí hasta que mi espalda choco con la puerta, su cercanía comenzaba a afectarme, es que no se daba cuenta de que esto no tenía un futuro, que debíamos hacerlo ahora antes de que mi fuerza de voluntad se rompiera y no fuera capaz de afrontar la separación— esto no puede continuar

— ¿En verdad te importó tan poco todo esto?, ¿mis palabras siguen pareciéndote vacías?

—No puedo continuar con esta farsa—murmure

— ¿Por qué?, dame una buena razón para entenderte—sus manos se ciñeron en mis brazos, con más fuerza de la necesaria lastimándome un poco, aunque estaba consciente de que había mostrado una mueca de dolor que él parecía no haber notado.

—No importa

—A mi me importa—me movió un poco con brusquedad, baje la mirada al suelo dejando las lagrimas comenzar a correr

— ¡Mírame Mariana!, y dime porque—volvió a moverme con brusquedad, logrando que levantara mi mirada para encontrarme con la suya.

—No puedo—solloce, note la vacilación y la duda en su mirada, pero aun así seguía sin soltarme y sabía que era demasiado difícil que lo hiciera

—Solo dímelo, ¡Maldiición!, solo habla de una vez—gruño, golpeando la puerta con su puño, me estremecí ante tal reacción, respire un par de veces antes de hablar.

—Tenemos que hacerlo porque soy una estúpida, estos eran negocios y yo termine involucrándome de una manera que no era la apropiada. ¡Me enamoré de ti!, por eso es que debemos de separarnos— ya nada importaba al final él se marcharía o seria yo, lo único que sabía es que no podíamos vernos por un largo tiempo. Coloque mis manos sobre su pecho separándolo un poco de mi, su esencia me estaba embriagando y no me permitía pensar con la claridad que necesitaba.

El trato que unio nuestras vidas . LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora