Golden. | H.S. | ♡

》IX

El domingo había llegado en un abrir y cerrar de ojos, la noticia sobre la participación de Harry ya era pública y en los cuatro días que llevaba en L.A. había estado bajo la mirada de todos. Como lo había dicho, Barbara aprovechó los días libres para disfrutarlos con su pareja y su familia, quien había quedado encantada con el irlandés. Por otro lado, un compromiso se había agendado de imprevisto para el sábado, lo que significó que la visita a mi familia nuevamente tenía que ser pospuesta. Ahora nos encontrábamos en la casa de Harry, ninguno de los dos tenía planes y preferimos pasar el día juntos.

- Aquí dice que sólo se tiene que agregar una pizca de sal. - dice, aún leyendo la información en el libro que había comprado.

Cuando decidimos cocinar juntos, el rizado había ido a la librería más cercana para conseguir un libro con recetas, ya que quería que aprendiéramos juntos un nuevo platillo, lo cual me pareció lindo.

- Listo. - murmuro cuando le he agregado la pizca a la olla.

- A fuego lento por media hora. - termina de decir con una sonrisa de orgullo.

Divertida por su entusiasmo prendo la estufa y dejo la flama como él lo había dicho.

- Si no fueras cantante, también podrías triunfar como chef. - tomo algunos ingredientes que ocupamos y los coloco en el lugar donde se encontraban.

- Cuando a las personas ya no les guste mi música pondré mi restaurante. - el tono divertido en su voz me hace reír.

- Como si eso fuera a pasar, las personas te aman. - respondo girando sobre mi eje para verlo.

Levanta una ceja, conservando la diversión en su rostro, y camina hasta quedar a unos centímetros de mi, con una mano me hace volver a girar y seguido siento como el mandil se desliza fuera de mi cuerpo.

- Hay mucha seguridad en tus palabras Marie. - su aliento llega hasta mi nuca y mi piel se eriza al momento.

Su mano se dirije hasta mi cabello, que se encuentra amarrado en un descuidado chongo elevado, con delicadeza lo libera de la liga, la cual la deja alrededor de su muñeca.

- Todos saben que tienes una gran voz Hazz. - vuelvo a girar para ver su rostro. - Deberías ser consciente del talento que tienes y también de la maravillosa persona que eres.

Mis palabras parecen tomarlo por sorpresa, la sonrisa que estaba en su rostro va cayendo lentamente pero no desvía la mirada de mis ojos, es cuando me pregunto si mi elección de palabras fue errónea y dije algo que lo molestara. Apunto de disculparme y aclarar la situación, me rodea con sus brazos con seguridad, una mano la deja en mi cintura y la otra sobre mis hombros.

- Tú eres maravillosa Marie. - susurra en mi oreja y por un momento olvido como respirar.

El cronómetro suena sobre la barra, rompiendo nuestro pequeño momento. Tomándose su tiempo me va liberando de su agarre, pero antes de alejarse por completo deja un beso en mi mejilla. Lo observo acercarse con normalidad hacia la estufa mientras yo estoy retomando la normalidad en mi respiración.

Como las dos ocasiones pasadas, la terraza se vuelve nuestro lugar para cenar. En un cómodo silencio servimos la comida en los platos y lo acompañamos con un poco de vino en copas, llevamos los platos hacia el exterior y mi cuerpo se estremece al sentir el aire frío de la noche, la temperatura había descendido. Acomodo los cubiertos sobre la mesa mientras espero a Harry, a los segundos aparece con un abrigo y con una mano oculta detrás de su espalda. Sin decir nada acomoda el abrigo sobre mis hombros y cuando estoy por sentarme me detiene tomando mi mano.

- En el trayecto hacia la librería lo vi y supe que te pertenecía. - muestra su mano oculta, la cual tiene un girasol.

Observo con adoración el girasol mientras lo tomo entre mis manos, dispuesta a decir algo me detengo cuando no encuentro las palabras exactas, o más bien, al no saber interpretar aquel gesto. Levanto la mirada a su rostro, miro sus ojos, quienes no pierden su brillo, y después bajo la mirada a sus labios, los cuales se extienden en una sonrisa sellada pero aún así sus hoyuelos se vuelven visibles.