Capítulo VI: No te debo explicaciones

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El timbre de salida había sonado y todos los alumnos estaban yéndose a sus casas, menos yo. Yo estaba esperando a mis amigos. Estaba apoyada contra mi moto, con un cigarrillo entre los labios. Saqué un encendedor del bolsillo de mi mochila, y lo encendí. El humo inundó mis pulmones, y entonces Derek se acercó a mí.

– Hola – solté el humo en su cara cuando hablo. Tosió un poco, y sacudió la mano para esparcir el humo.

– ¿Qué quieres? – no tenía ganas de hablar con él.

– Quiero saber la razón por la que Carter no puede usar ese auto – señalo el auto rojo.

– No te importa – solté nuevamente el humo.

–  Pero… – en ese momento un auto entró en el estacionamiento. Era un Audi R8 Spyder gris, y sabía perfectamente a quien pertenecía. La música que sonaba se escuchaba fuerte y clara. Unos anteojos de sol cubrían los ojos azules de Emmet, y tenía el pelo rojizo despeinado. A su lado Jara sonreía e intentaba controlar su melena castaña. Ambos bajaron del auto y se me acercaron. Emmet tomo mi cigarrillo y lo tiro al suelo y luego lo piso.

Que tierno – dije con señas, ya que Emmet era sordomudo.

Ya te dije varias veces que no fumes – respondió de igual manera.

– ¿Qué dicen? – preguntó Derek. – ¿Por qué hablan así?

– Por si no te diste cuenta, corazón, él es sordomudo – le respondió Jara. – Ahora, deja de estorbar y vete.

– Jara, déjalo – dije con poca importancia. – Necesito que me hagas un favor.

– Lo que quieras – me dedico una de sus sonrisas perfectas.

– Necesito que ahora vuelvas con ese auto – dije señalando el auto rojo.

¿Qué hace el auto de Jake aquí? – preguntó Emmet.

Mi primo lo trajo, porque yo lo dejé en casa y  no lo quise traer. – explique.

– ¡Pero es un… – empezó Jara, pero la frené.

– Ya le puedes dar su discurso más tarde, ahora vamos – dije. Le entregué las llaves del Mercedes y cada unos fue a su vehículo.

– ¿Por qué ella si puede usar el auto? – preguntó Derek.

– A vos no te debo ninguna explicación.  – expliqué antes de ponerme el caso y salir de ahí.

*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*

Cuando llegué a casa, después de haber pasado por el supermercado para comprar unas cosas para ahora, vi el auto de Emmet y el auto de Jake, y por alguna razón los autos de los amigos de Carter, estacionado en la puerta. Baje de la moto, riéndome de lo que debía de estar pasando dentro. Cuando entré, no pude evitar reírme en carcajadas. Cuando yo no estaba en casa, y ellos venían siempre de ponían a hacer algo que no debían, en este caso a jugar a l tenis.

– ¿¡Pueden parar!? – Carter parecía desesperado. – ¿¡Que están haciendo!? – Cuando me vio, pareció aliviarse. – ¡Jesy, no sé qué están haciendo! ¡Solo entraron y se pusieron a jugar al tenis! – Vi que a un costado había otra raqueta de tenis, dejé la bolsa con las cosas y la tomé, me coloqué en un costado, formando un triangulo.

– ¡Pasen la pelota! – reí.

– ¿¡Que haces!? – Carter se volvió a desesperar, se tiró en el sillón junto a sus amigos, que  parecían aun más confundidos. Paramos de jugar y los tres no paramos en frente del sillón, donde estaban sentados los cuatro chicos.

– ¿Qué hacen tus amiguitos aquí? – pregunté enarcando las cejas.

– Solo vinieron – respondió. – ¿Algún problema?

– Mi problema eres tú – me encogí de hombros. Me dirigí a la cocina, dejando a Emmet y a Jara con los otros cuatro. Busqué unas cervezas en la heladera, y volví al living. – ¿Quieren? – pregunté a Jara y a Emmet. Ellos tomaron una cada uno. – No molesten, hoy a la noche nosotros vamos a salir, no me metan en problemas por hacer alguna estupidez.

– ¿A qué hora volverás? – preguntó Derek, por alguna razón desconocida.

– Hay que ver si vuelvo – sonreí a mis amigos y los tres no fuimos arriba, dejando a los cuatro chicos solos.

Derek:

– Cuando dijo “Hay que ver si vuelvo” ¿A qué se refería? – pregunté.

– Supongo que no es la primera vez que duerme fuera de casa sin avisar – Carter estaba raro desde que había venido a quedarse con su prima. – A ella le dan mucha libertad, supongo que confían en ella.

– No creo que confíen en ella – dijo Mason. – Yo creo que en algún momento fue imposible controlarla.

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Un Kiss, SamNovels

De ángel no tiene nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora