Capítulo XIII: Ojos de una tormenta helada

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Carter y yo estábamos sentados en el sillón. Él miraba la televisión distraído, mientras que yo ojeaba una revista. No cruzábamos ninguna mirada o palabra. Estábamos en silencio con el ruido de la televisión de fondo. El móvil de Cater sonó y el revisó los mensajes. Yo no despegaba mi mirada de la revista que tenía en las manos.

— ¿Puedes ir a buscar unas cosas a lo de Derek por mí? — levanté la vista de las hojas, y me encontré con la mirada de Carter.

— ¿Y por qué no vas vos? — pregunté obvia.

— Porque… — no obtuve respuesta. Sacudí la cabeza y me paré. Vamos a sacar provecho de esta visita, pensé para mis adentros mientras le dedicaba una sonrisa a mi primo.

— Mándame por mensaje la dirección y lo que tengo que ir a buscar — dije antes de dirigirme a la escalera y adentrarme en mi cuarto.

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Toqué timbre en la casa de Derek. Tenía que venir a buscar unos apuntes y unos libros de texto. A los pocos minutos se escuchó el ruido de una llave girando en la cerradura, y segundos después tenía a Derek parado en frente de mí, mirándome de pies a cabeza con descaro. Tuve que aguantar las ganas de reír y rodar los ojos. Me dejó pasar.

— Pensé que vendría Carter — dijo cuando llegamos al living.

— Me pidió que viniera — le resté importancia.

— ¿No le pediste vos de venir? — parecía sorprendido y decepcionado.

— No — fue una simple respuesta, pero no había nada más que decir. Luego de unos segundos de silencio, él habló.

— Las cosas están en mi habitación — se dio la vuelta y empezó a caminar por un pasillo, y yo lo seguí. Paramos frente a una puerta de madera que estaba pintada de blanco. Al entrar las paredes eran azul oscuro, los muebles era de madera negra y modernos. Había una cama de dos plazas y junto a esta había una mesa de luz. En la pared opuesta a la cama había un escritorio con varios papeles, libros y una laptop. Él se acercó al escritorio y empezó a apilar algunos papeles y libros. Luego de unos minutos se dio vuelta con los papeles en la mano y me miró directamente a los ojos. —Estas son las cosas.

Me acerqué a él y tomé las cosas en una mano. Me detuve unos segundos frente a él, y luego dejé las cosas en el escritorio de atrás. Posé mi mano derecha sobre su hombro y la izquierda sobre su pecho. Me acerqué a su cara y dejé mis labios a milímetros de los suyos. Es hora, pensé y sonreí internamente. Me relamí los labios, y luego pasé mi lengua sobre su labio inferior y luego lo mordí. Hasta recién él estuvo estático, pero eso se había acabado. Sus manos tomaron mi cintura e hicieron que el espacio entre nosotros desapareciera y me besó. Parecía desesperado por hacerlo y cada vez lo profundizaba más. Sentí como sus manos tomaron el borde inferior de mi blusa y comenzaba a subirla. Lo ayudé a sacármela y luego yo hice lo mismo con su camiseta.

Una de mis manos comenzó a masajear uno de mis senos sobre el sujetador, mientras la mano que tenía libre intentaba desabrocharlo. Cuando por fin pudo, lo tiró al suelo y luego bajó ambas manos por mi espalda, pasando por mi trasero y terminando en la parte de atrás de mis muslos. Me apretó levemente la pierna y luego me levanto. Yo rodee su cadera con mis piernas y él tomó mi trasero con sus manos. Lo apretó levemente provocando que gimiera. Comenzó a caminar en dirección a la cama y luego me dejó sobre ella. Él se colocó sobre mí  y comenzó a besar mi cuello. Se detuvo en el punto debajo de mi oreja, lamió y luego mordió… La imagen de unos ojos color miel apareció en mi mente. Unos ojos que conocía tan bien como los mío, incluso más. Por un segundo lo vi  enfrente mío, como si fuera Derek. Me obligué a sacar su imagen de mi mente, obligándome a suprimir su recuerdo. No es momento, me dije a mi misma y continué con lo que estaba pasando ahora. Tengo que dejar eso atrás, pensé nuevamente, al igual que un año atrás, es pasado.

De ángel no tiene nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora