La habitación era de un blanco brillante, que hacía que mi ropa negra desentonara. Estaba parada en el rincón de una habitación, donde únicamente se encontraba una niña de pelo negro de espaldas a mí, y una mujer con el pelo de un rojo intenso. Ambas miraban la pantalla de un monitor que se encontraba en frente suyo. Este marcaba el constante latido de niña, quien no pronunciaba palabra alguna. Entonces un hombre entró en la habitación junto con un perro que movía la cola de felicidad. La niña no despegó la vista de la línea verde que subía y bajaba, pero a diferencia de la niña, la mujer si miró al hombre que acababa de ingresar en la habitación y sonrío al ver al cachorro. Los tirabuzones rojos se movieron cuando la mujer dirigió su mirada a la niña nuevamente.
– Mátalo – la voz de la mujer sonó dulce y acida a la vez, mientras le tendía un cuchillo a la niña. La niña miró el objeto con filo unos segundos, y luego lo tomo. Se dirigió al cachorro y posó la punta de este sobre la piel, y luego...
Mi respiración era acelerada y sentía como mi corazón palpitaba a una velocidad sobrehumana en mi pecho. Sentía la frente húmeda y como los mechones de pelo se pegaban a mi nuca a causa del sudor. Solo fue una pesadilla, pensé recostándome nuevamente. Es cierto, solo había sido un mal sueño... pero aunque solo hubiese sido eso, había sido demasiado real. Cerré mis ojos, y dejé que la oscuridad inundara mi mente.
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El despertador comenzó a sonar y me removí en la cama. Me senté y miré a mí alrededor. Recordé lo que había soñado en la noche, y me exalte al pensar en la niña con el cuchillo a punto de... hacer eso. Matar algo que no sea un insecto, me parecía un delito. Me levanté de la cama y fui al baño. Me mojé la cara, me cepille los dientes y peiné el pelo. Suspiré al ver mi reflejo.
– Es solo otro día, sonríe, enójate, ignora o responde – me dije mirando mi reflejo.
Salí del baño y me dirigí a mi armario. Me puse una remera con los hombros caídos y rayada, unos pantalones verde oscuro y anchos y unas Converse negras. Agarré mis llaves, mi celular y mi mochila y baje para desayunar. Cuando estaba a punto de empezar a bajar la escalera, me encontré con Carter, que ya estaba cambiado y con la mochila en el hombro, listo para irse. Él bajo atrás mío y nos dirigimos hacia la cocina. Yo me preparé un café y no presté atención a lo que Carter hacía. Me senté en una de las sillas de la mesa y me revisé los mensajes de mi celular. Tenía un mensaje de Jara y otro de Emmet, mis mejores amigos.
Hoy nos juntamos. Decía el mensaje de Emmet.
Hoy nos juntamos. Decía el mensaje de Jara.
Piensan igual ellos dos. Teclee la respuesta. Si, después del colegio. Le puse lo mismo a los dos. Y a los segundos me llego la respuesta de cada uno: ¿A qué colegio vas ahora? Me reí y luego les puse la dirección del colegio. Cerré ambas conversaciones, y cuando estaba por guardar el celular en mi bolsillo, me llegó otro mensaje. Lo abrí y vi que era de Mike, un chico que conocí hace unos meses. Era un mensaje de voz. Le puse play.
– Hoy se corren carreras, más te vale venir. Ya sabes dónde. – Se escuchó la voz ebria de Mike.
– ¿Siquiera dormiste? – le respondí con otro mensaje de voz. A los segundos llegó la respuesta.
– No – se escuchó la risa de Mike y luego se cortó el mensaje. Me reí y guardé el celular.
– ¿Carreras? – preguntó Carter mirando cada uno de mis movimientos.
– No es tu problema. – dejé la taza en la mesada. – Me voy.
– Espérame – dijo él.
– ¿Para qué?
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De ángel no tiene nada
Novela Juvenil❝Piensa en las ecuaciones. De un lado del igual, tienes una operación, y aunque sea negativa, positiva, con más de una letra o con fracciones, esa operación siempre será igual a lo que hay del otro lado del igual. Siempre. Pero ahora intentemos hace...