Presentación

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Debió ser uno, pero ahora eran dos los que llegaban 16 años después de haber nacido, un 1 de abril se unían dos dioses más al Olimpo, él escoltado por Tero, ella... por cuenta propia hasta llegar y una vez ahí, Ilitia a su diestra, casi como si fueran madre e hija, le pareció a Ares que la buscó con la mirada antes de volver la vista al frente, que pocos dioses eran en aquel entonces y una cosa que no sabía si debería ser considerado dios como para torcer los labios con desagrado, dolía siquiera verle

En la diestra de Zeus, una mujer estaba sentada con expresión severa y fija en él, su cabello azabache y lacio que caía por su espalda y oculto bajo un casco parecía hacer de fondo a la déspota mirada, esa mujer le odiaba, lo sabía y sonrió con gusto a ello, logrando que Zeus intercalara mirada entre ambos y le viera con severidad a él, apoyando la diestra sobre el hombro de Atenea... hay guerras que se declaran de forma silenciosa, esa era una de ellas

Integrados y presentados formalmente se le reconocía como hijo de Zeus y Hera, eso le hacía príncipe, es algo que sabía bien, Tero se lo había dicho siempre, pero no es una idea que le entusiasmara y aun así, subió esos escalones cuando Zeus se lo indicó y se detuvo frente a él dejándose poner una capa que se ató a la armadura con broches que tenían un rayo grabado y estuvo seguro que se veían bien en galas como esas, pero para combate, la capa se quedaba en el templo y hablando de templos era momento de ver el que ahora sería suyo.

Iba a extrañar el de Tracia, de hecho esperaba conservarlo, pero tampoco podía negar que le hacía ilusión encontrar el otro y quererlo ver le impacientó la noche hasta poder ir a verlo, pero por ahora, enfocaba su atención en la silenciosa diosa de ojos verdes, la miró y ella solo frunció aún más el ceño y supo que tras ella, alguien más se tornó tenso, como para fijarse en él, ¿Qué? ¿Acaso era suya? Enfrentó con altivez al gigante maltrecho tras él y fue el bufido de la diosa quien respondió primero como para sonreírle con burla al pelirrojo que entonces no tenía nada que decir al respecto

-Yo no soy de nadie, no tengo dueño y si esa será insolencia, no amerita quedarse demasiado tiempo cerca de usted- encaró y quiso retirarse, pero de levantarse, él tomaría ese asiento a la diestra de su padre y no lo iba a permitir, ese lugar había sido suyo desde siempre como para que se lo dieran a un pedante dios recién llegado, solo por ser varón

-¿Atenea?- confirmó recordando las lecciones de Tero sobre los seres que encontraría ahí- sí, Atenea- se convenció cuando ella no respondió solo le miró- ¿por qué no vas y me traes algo de beber? Estaba hablando con el sujeto... el día que quiera oír lo que quieras decir, te pregunto... pero ese día no es hoy- concluyó y al golpe seco del puesto cuando se levantó a hacerle frente llamó la atención de todos, Zeus que en ese instante se encontraba con Poseidón, ordenó dejaran aquello, no eran niños para reñir, pero no se prestó a oír nada al respecto como para que Ares le sonriera de nuevo- ya lo oíste, calla mujer, aburre oírte, a nadie le importa lo que tengas por decir- concluyó justo antes que Hera le llamara casi complacida con la vista fija en la diosa que empuñó y volvió la vista a su padre como exigiéndole que no permitiera aquello- madre- saludó a la mujer que rozó el reposabrazos del trono de su padre insinuándole que se sentara, lo hizo, no fue muy cómodo, tal vez por lo que representaba pero ella parecía complacida con la imagen ante ella, contrario a la furia de Atenea que terminó descendiendo para risa de Ares- anda corre con padre, ve a llorar- dejó dicho para risa cantarina de Hera, se agradaron al mirarse con la misma expresión, se supieron madre de hijo y ese, su lugar por derecho divino

Ares: Crónicas de una Vida [NO ES HISTORIA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora