Luperca

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Una de los lobos de Enio acudió a ellos, su madre no podía, pero ella no importaba, importaba lo dicho por el oráculo que le auguró tener una estirpe tan poderosa capaz de tener su propio imperio como para acudir a ella al reconocerla con la descripción de la mujer...

Era una sacerdotisa de Hestia, intocable por derecho y que poco le importó, aquello no le separaría de su causa como para acudir a ella y tiempo después a su propia tía, tocando la fibra emotiva de ella, tal vez utilizándola, pero es que si alguien podía salvarla sin verse inmiscuido era ella

Si Hestia acudía a protegerla, era su diosa por derecho así que no se le podía cuestionar nada y así, se llegaba a ella dándole su descendencia, dos gemelos que observo detenidamente, alcanzando a bufar cuando Ilitia le miró con desprecio sabiendo lo que había hecho.

¿Sí, lo había hecho por qué parecía sorprendida? Parecía quererle recriminar, Ilitia sin embargo esta vez no comentó nada, solo cargó a los bebés y volvió a verle como preguntando el paso a seguir y él solo miró a la madre y al cesto, ofendida como para quererle recordar que ese mismo tratamiento tuvieron con Enio abrazó a los niños hacia ella reacia a meterles ahí

Ares simplemente se los quitó y los puso en el cesto y para cuando Rea Silvia recuperó sus fuerzas vio el cesto y supo que hacer... mientras a Ilitia por su parte se le comprimían las entrañas temiendo por los bebés que escoltó rio abajo, hasta verles encallar y tal como sucedió con Eris que desde hace décadas era llamada Enio, una loba la encontró, loba que estaba misteriosamente por ahí, siendo aquello cualquier cosa, menos un azar del destino, como para serenarse, jurarse no entender la mente de ese par y diluirse

Ya habría tiempo para saber de ellos, pero mientras, Grecia, aún era Grecia y el caos se avecinaba como una chispa de fuego que consumiría todo a su paso, pero por ahora, la loba y el bienestar de sus legendarios hijos en tierra, era toda prioridad de Ares y por ese corto periodo de vida casi pudo sentir la paz en la mente al solo tener que velar porque siguieran vivos, ahora vivían con unos pastores

Y era una de las rutinas más aburridoras de cosas como para empezar a entender porque dioses como Apolo, Hermes cuando querían algo de paz, partían al campo en alguna pradera a ver ovejas y cabras ser ellas simplemente, a la vez que Pan siempre tenía ese aspecto relajado y tranquilo, casi como si estuviera dopado de la amapola con que Hypnos sumía en el sueño, pero el mundo entero se cimbró con fuerza...

Las repercusiones de aquella guerra que ya parecía solo un recuerdo llegó, al no existir Troya... surgieron justo en esos momentos que jamás habían considerado, ahora había un acceso y no lo supo hasta que al amenaza llegó y fue letente como para oírse invocado, alarmado se armó y descendió alcanzando a esquivar por inercia la llamarada que le recibió

-¿Qué ocurre?- exigió respuesta a aquel rey que volvió la vista al dios siendo capaz de verle incluso estando oculto al ojo mortal, él no lo era a fin de cuentas

-Nos invaden los persas, mi señor- informó y reinó el silencio

-Nunca han intentado cruzar, nunca los has dejado cruzar, esta es tu muralla- ordenó reacio a ver invadido territorio griego

-Nunca hasta ahora, pero no hay murallas más allá de Cólquida, Troya es un paso libre y no vienen solos, vienen escudados por alguien más, nos espera la muerte, Señor y si morimos Grecia perece- concluyó y Ares al volver la vista al frente, quiso no darle la razón

-Muere en batalla, si es necesario, el destructor es mío- juró y como dios luchó contra ellos

Ares: Crónicas de una Vida [NO ES HISTORIA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora