1

2.4K 184 70
                                    


Caminaba por el pasillo hacia el que sería su dormitorio para poder instalarse en él. A su lado izquierdo se encontraba su mejor amigo caminando a un paso más acelerado y agitado que él, lo usual.

— Oye, Bakugo, nuestras habitaciones están en el mismo piso— Dijo lo obvio, con su característica energía.

— Sí.

Bakugo entró a su habitación, e invitó a Kirishima a pasar con un gesto.

— Supongo que la mía será igual— Pensó en voz alta— ¡Genial!, ¡podré personalizar mi habitación de la manera que yo quiera! Será muy varonil.

Kirishima notó que Bakugo bostezó con evidente cansancio. Es decir, ¿quién no tendría algún tipo de fatiga física o emocional derivada de un evento que sería traumático para cualquiera, como un secuestro?

— ¿Te ayudo a desempacar?

— Haz lo que quieras.

— ¿Puedo empezar por esta caja? — Dijo señalando una de las más grandes de la habitación. Bakugo solo asintió y él abrió otra caja de su lado.

Siguiendo las indicaciones del rubio, Kirishima acomodó algunas de las cosas y les dio su estilo a otras. Según él, a la habitación de Bakugo le hacía falta personalidad de la forma en la que él la quería, y se encargó de agregársela, aunque solo en las pequeñas dosis que se le fue permitido.

Al finalizar, el pelirrojo anunció que seguiría con su habitación, por si no le importaba acompañarlo. Katsuki no dudó en hacerlo, pese a su cansancio. Tenía que ser recíproca su ayuda.

Entraron a la habitación y se dedicaron a la misma acción, aunque en algún punto Bakugo se quedó dormido en la cama del otro. Él tuvo que terminar de decorar su habitación, que tomó considerablemente más tiempo, pues su estilo requería de más atención, en sus palabras.

Al finalizar con su labor, agotado, pero satisfecho, despertó al otro joven, que apenas llevaba alrededor de veinte minutos de sueño, para decirle que fuera a su habitación, donde estaría más cómodo.

Somnoliento, accedió.

— Oh, Bakugo, espera, voy a bajar, ¿no vienes?

— Qué aburrido. Me voy a dormir— Dijo aún adormilado.

Kirishima soltó un suspiro de resignación y bajó al área común en donde se encontraban la gran mayoría de sus compañeros. Se dejó caer sobre un sillón y bufó sobre lo cansado que estaba.

De pronto, y de una manera que no podía explicarse, ya estaban realizando un concurso sobre "Quién tenía el mejor gusto" en relación a sus habitaciones. Él estaba seguro que, si solo chicos votaran, él habría sido el ganador.

Regresó cansado a su habitación y se tiró sobre su cama. Cerró los ojos y no tardó mucho en dormirse.

(...)

La mañana había llegado, y Kirishima lo notó con la alarma de su celular retumbándole en el oído. Había dejado su celular junto a su almohada. Apagó la alarma.

Se preparó y vistió para sus clases, luego de tomar un desayuno (si así podía llamársele a un paquete de galletas) y cepillar sus dientes, dejó las instalaciones para dirigirse a su salón de clases.

— Oye, Kirishima, ¿a dónde vas? — Le preguntó Kaminari.

— ¿Cómo que a dónde voy?

— Hoy no hay clases— Le dijo burlón—. ¿En dónde tienes la cabeza, hombre?

Él, lejos de apenarse o divertirse, simplemente agradeció a su amigo por recordárselo y regresó a su habitación. En el camino, se topó con Katsuki saliendo de la suya.

Sempiterno | KiriBaku/BakuShimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora