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¿Qué era eso?

Lo había sentido antes, pero al mismo tiempo, estaba seguro de que no. Era una sensación conocida, pero, al mismo tiempo, completamente nueva. Era como... probar un platillo que has probado antes, pero preparado por alguien más, y que lo hizo mucho mejor. Sí, esa era la manera de describirlo según Kirishima.

Me gustas— Dijo el chico.

Lo siento, Kirishima-kun...

Era esa sensación que hacía que su pecho se sintiera tibio y que su corazón se acelerara por la compañía de esa persona. Que lo dejaba sin aire y que le entibiaba el alma. Esa sensación que provocaba que todo su cuerpo se volviera estático por la presencia de esa persona.

Desde hace tiempo que tú...

Sé que te gusto, Kirishima-kun, pero...

Esa sensación que le hacía incapaz de hablar, que lo volvía propenso a tartamudear y a cometer estupideces. Que lo hacía quedar como imbécil y hacía que se avergonzara de sí mismo, porque lo que pensara esa persona de él importaba más que todo lo demás. Esa sensación tan buena, pero tan dañina.

Por favor, acepta mis sentimientos.

Kirishima-kun...

Era cierto que su corazón se aceleraba, y que su pecho y su cuerpo entero se entibiaba... pero nada de lo demás era igual.

Al estar con Bakugo podía ser sí mismo más que con cualquier otra persona, no se ponía estático, más bien, era más libre que nunca. Él no lo dejaba sin aire, más bien lo hacía suspirar con más frecuencia. No era incapaz de hablar a su lado, y no temía cometer estupideces con él, porque ambos se burlarían de las idioteces que el otro cometiera. Y lo mejor de todo: esta sensación no le hacía daño alguno.

Entonces, ¿esto era lo mismo que aquello, si nada era igual?

Unos golpes en su puerta lo sobresaltaron, sacándolo de sus pensamientos.

— ¡Oye, Kirishima! — Llamaba esa persona al otro lado de la puerta—, ¡vamos a comer!

— ¡Ah! — Se reincorporó — ¡Voy!

Tomó algo de dinero de su buró, se miró al espejo un momento, y salió.

— ¿En serio nos van a dejar salir? — Pidió una confirmación—. Es que, bueno... Tú...

— Se supone que va a haber un profesor cerca de nosotros todo el tiempo, aunque no quisieron decirme quién.

Antes de todo aquel incidente, en el que Bakugo había sido secuestrado por la Liga de Villanos, Kirishima y él acostumbraban salir dos o tres veces por semanas a algún café, al cine o simplemente a pasear por la ciudad. Pero desde que el sistema de dormitorios inició y estaban ahí casi todo el día, no habían tenido la oportunidad de hacerlo.

Pero ninguno de los dos quería que su tradición se perdiera de esa manera, así que hablaron con los profesores para ver si se les permitiría salir un rato por la ciudad, a lo que recibieron una negativa. Pero Katsuki siguió insistiendo hasta que se lo permitieron, como ya se dijo, con una escolta.

— Yo apostaría que es Aizawa-sensei— Puntualizó el pelirrojo—. Pero creo que eso es lo de menos. ¿Solo nosotros vamos a salir?

— ¿Por qué pediría permiso para que los demás lo hicieran?

Kirishima soltó una risa sonora.

— Tienes razón, sería impropio de ti— Le dio una palmada en la espalda—. Pero creo que es mejor así, sería mucho trabajo para los profesores estar cuidando de todos nosotros.

Sempiterno | KiriBaku/BakuShimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora