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Esta vez Aizawa-sensei no los había acompañado, las cosas parecían mucho más calmadas que antes, y decidió dejarlos ir por su cuenta. Después de todo, la última vez se sintió algo incómodo.

Aizawa tenía básicamente dos facetas principales: la "no tengo idea de qué estás sintiendo porque carezco de inteligencia emocional" y la "sé perfectamente lo que estás sintiendo porque eres terriblemente evidente al respecto". Y el estar vigilando a esos chicos le hizo sentir la segunda con mucha intensidad. Eso, en su opinión, parecía más que una amistad. Pero le restó importancia, en su escuela no había nada que prohibiera las relaciones, y la verdad, no quería involucrarse. Parecía estar a punto de convertirse en un drama adolescente en donde ellos complican mucho más las cosas de lo que debería de ser.

Y bueno, estaba en lo correcto.

(...)

Llegaron a la casa de los Bakugo, y a Kirishima le costó trabajo comprender que, hasta ese momento, lo había llamado por su apellido, y que, frente a sus padres, sería raro llamar a los tres como "Bakugo".

Así que Bakugo usó su llave para entrar a la casa, y se pasó primero, para luego dar bienvenida a Kirishima. Se sacó los zapatos y agradeció dejarlo entrar.

— ¿¡Eres tú, Katsuki!? — Llamaba una voz desde otra habitación. Una voz femenina.

— ¡Sí! — Contestó.

El tono de voz que él utilizaba con sus padres era diferente al que usaba con sus compañeros, aunque también sonaba molesto y fuerte, este tenía... algo, como si quisiera demostrar cariño, como un tono de voz que su familia comprendía. Eso le gustaba.

Lo guio a la cocina, donde estaba quien, suponía, era la madre de Katsuki. Eran tan parecidos que, al principio, Kirishima se sorprendió.

— ¡Ah, tú eres el amigo de Katsuki! — Le recibió la mujer, que estaba cubierta de betún en manos y rostro—. Mucho gusto, soy Mitsuki— Extendió la mano para saludarlo, pero la devolvió al notar que estaba sucia. Se rio.

Aunque Eijiro había visitado con anterioridad la casa de su amigo, en ninguna ocasión había tenido la oportunidad de conocer a sus padres, por una u otra razón, nunca se cruzaron. Esta era la primera vez, y le sorprendía ver que una mujer tan sonriente y radiante como ella pudiera ser madre de Bakugo.

— ¡Límpiate antes que nada! — Le reclamó su hijo.

— ¡No me alces la voz! — Le dio un golpe en la cabeza.

Ah, no, eran iguales.

— ¡¿Ah?! ¡Si voy a traer a alguien a la casa, ten la decencia de estar presentable!

— ¡Como si eso te importara, es la primera vez que traes a alguien a la casa luego de esos que te atrevías a llamar tus amigos!

¿Cómo? ¿cómo? Kirishima estaba confundido.

— Ehh— Se le salió decir a Eijiro, como intentando decir: "Sigo aquí".

— ¡Ah, perdóname! — Volteó la mujer.

Katsuki le aventó una toalla y ella se secó las manos y limpio el rostro un poco con ella.

— Yo soy Kirishima Eijiro— Extendió la mano, para concluir ese saludo que no pudo concretarse antes—. Mucho gusto— Sonrió.

A Mitsuki se le salió una lágrima de la felicidad.

— ¡Tienes un amigo agradable, Katsuki! — Lo miró, conmovida.

— ¡Cállate!

¿O sea que a su madre no le agradaban los amigos que tenía antes?

— Perdóname, Eijiro-chan.

Sempiterno | KiriBaku/BakuShimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora