El sonido de la pava hirviendo debía de ser una de las cosas más insoportables del mundo. O al menos así lo era para aquel ojeroso muchacho, quien luego de haber descansado tan solo un par de horas, necesitaba urgentemente algo que lo sacara de esa sensación de sueño profundo.
La cocina se llenó rápidamente de vapor y tuvo que abrir la ventana. Tan solo un poco del fresco aire mañanero que logró escurrirse entre las cortinas naranjas bastó para convencerlo de desayunar afuera.
Con el termo lleno de agua caliente bajo el brazo y el mate en una de sus manos salió al patio delantero. Recogió el diario que más temprano habían tirado a su vereda y se acomodó, finalmente, en el banco de madera desde donde comenzaba a observar la rutina diaria de sus vecinos: veía a la señora de enfrente barrer su vereda, a los mellizos de al lado preparándose para la colonia de vacaciones y al viejo panadero quien abría su negocio en la esquina tarareando alguna canción. Por supuesto, no podía faltar el chico que vivía en el departamento de la otra cuadra. Le llamaba la atención lo torpe que era, siempre hacía un escándalo cuando llegaba la hora de salir de su casa. A menudo se olvidaba algo dentro o tenía prisa. Para una persona como Jisung, a quien no le gusta que perturben la paz de sus mañanas, era un verdadero dolor de cabeza.
Se tomó amargo el primer mate y lo dejó en el suelo para concentrar su vista en el papel entre sus manos. En realidad no era un aficionado de los periódicos, y menos del de un pueblucho como el suyo. Allí nunca sucedía nada demasiado interesante. Pero era su forma de distraerse un poco de la tecnología; no siempre le hacía bien agarrar el celular luego de haber tenido una pesadilla, a menos que fuese para contarle a su mejor amigo.
Sus ojos pasaron cansados sobre las enormes mayúsculas de la primera plana, intentando pretender que la noticia era importante. Sin embargo, su atención se vio cautivada por el pequeño texto en la columna del costado. Este, en letras pequeñas y sin imagen alguna, recitaba:
"Los lunares son lugares del cuerpo en donde tu alma gemela de otra vida te dió un beso. ¡Sí, aquellas manchas redondas y oscuras! Para saber más, leer pag. 32."
Jisung rió. Por supuesto que aquello lo había escrito Hwang Hyunjin. Desde su banquito de madera el muchacho de ojeras negras observaba a su vecino paseando a su ruidoso perro, arreglándose con una sola mano para quitarse el cabello del rostro y haciendo fuerza para que su teléfono dejara de vibrar en su bolsillo. Jisung había notado que Hyunjin recibía muchas llamadas, pero que nunca respondía. Era extraño. Si, el completo aura de Hyunjin simplemente perturbaba a Jisung.
Cuando Hyunjin llegó a la otra esquina y por fin salió de su campo de visión el muchacho de cabellera marrón volvió a enrollar el periódico, tal y como lo había tomado del suelo. Soltó un resoplido y su mirada se volvió a centrar en los mellizos, uno de ellos lloraba porque no quería subir al colectivo.
Almas gemelas. Qué estupidez.
★☆★
Jisung solía bajar el volumen de la música cuando un cliente entraba a la tienda. Generalmente disfrutaba de cuando estaba solo y podía poner cualquier canción a todo volumen, total, nadie se molestaría. Pero cuando había más gente ya era otra cosa. La cabellera castaña que acababa de aparecer tras la puerta que rechinaba parecía ser la única excepción. Tomó entre sus dedos su celular y le aumentó el volumen al tema que sonaba a través de los parlantes, comenzando a entonar sin vergüenza los versos.
Minho mostró su blanca dentadura mientras sonreía y le siguió la canción. Nunca iban a aburrirse de un poco de Bon Jovi.
Otro cliente ingresó a la tienda luego de varios minutos y Jisung tuvo que volver detrás de la caja. Minho se colocó a su lado, en una silla que su mejor amigo nunca ocupaba, ya que casi siempre estaba parado durante su turno.
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moles 》hyunsung.
Fanfictionaquel mito sobre las almas gemelas que andaban esparciendo por el barrio tenía a hyunjin sin poder dormir. por otro lado, a su vecino jisung no podría importarle menos. lo único que rondaba por su cabeza eran sus incesantes pesadillas.